¡¡GRACIAS, BENEDICTO XVI!!
En varias ocasiones he tenido que afirmar y escribir, durante los últimos días, que el Papa Benedicto XVI ha sido un Papa muy querido y que me ha marcado profundamente mi vida. Le definiría como un testigo de la verdad, de la belleza y de la ternura. Y, así como el papa Juan Pablo II pasará a los anales históricos por el papa “magno”, Benedicto XVI lo será como “doctor de la Iglesia”, a la altura de los grandes maestros y teólogos.
Uniendo en su persona inteligencia y sensibilidad, nos ha dejado un estilo de buen ser, buen pensar y buen hacer. En cuanto al ser, ha sido libre, hasta el final, con la libertad de los hijos de Dios. En cuanto al pensar, ha sabido unir la sensibilidad del hombre y de la mujer de hoy con la gran y sana tradición cristiana. Y, en el hacer, ha gobernado con comprensión y firmeza; delicadeza y ternura envidiables. Ha soportado y afrontado grandes problemas eclesiales pero ha sabido asentar las bases de sólidas soluciones. Ha afianzado la identidad católica y, al mismo tiempo, ha fomentado el diálogo y encuentros ecuménicos e interreligiosos.
Además, durante su Pontificado, se ha aprobado el Instituto religioso “Iesu Communio”. Mi hermana, Madre Verónica, y su numerosa comunidad le están profundamente agradecidas. Me uno a su agradecimiento y me hago míos los mismos sentimientos que ellas expresan: “No dejamos de dar gracias al Señor por haber regalado a su Esposa, la Iglesia, el fecundo ministerio de un pastor profundo, bueno y sencillo; pastor según el corazón de Cristo. En su gesto y en las palabras con que lo ha explicado, hemos visto la misma lucidez, valentía, generosidad y humildad que ha venido derrochando como Sucesor de Pedro. Su gesto se alza ante nosotras como un testimonio evangélico mediante el que nos ha grabado a fuego que el bien de la Iglesia está por encima de todo. No nos sentimos abandonadas sino profundamente cuidadas y amadas, y lo seguiremos experimentando así desde la cercanía de su escondida oración gracias al ministerio eficacísimo de la comunión de los santos, misterio que configura el corazón de la vida eclesial. Su magisterio y su vivo testimonio personal no dejarán de acompañarnos y de brillar como las estrellas en la noche. Hasta aquí sus palabras”.
El futuro está ahora en manos del Espíritu Santo y de los cardenales electores en el cónclave; elegirán quien deberá gobernar el timón de una barca con más de mil millones de fieles. Cuando llegue ese día, toda la Diócesis de Ciudad Rodrigo nos uniremos en Eucaristía para dar gracias a Dios por el Papa Benedicto XVI y para pedir por el nuevo. Mientras, nos corresponde orar con más intensidad y sinceridad si cabe. Finalizo: ¡Demos gracias a Dios por nuestro Papa Benedicto XVI; por su vida y por su magisterio!
Mons. Raúl Berzosa, Obispo de Ciudad Rodrigo