En la inauguración del Curso Pastoral, Catedral 21 de septiembre de 2013
Queridos Vicarios, General y de Pastoral; queridos hermanos sacerdotes; queridas consagradas; queridos todos, especialmente, profesores de religión, catequistas y agentes de animación litúrgica y pastoral:
Un año más nos hemos reunido, al inicio del curso, para reforzar la comunión en orden a la misión, y para realizar el rito del envío de algunos de nuestros agentes cualificados de pastoral. En esta ocasión, con el trasfondo de una Asamblea Diocesana en el horizonte. Como hemos escuchado en la primera lectura, del profeta Amós, y hemos repetido en el Salmo, nos sentimos pobres pero gozosos de poder alabar al Señor que cuida de nosotros y nos protege. Ojalá se haga realidad en nosotros la conocida frase de Romano Guardini: “La Iglesia se despierta en las almas de cada uno”. Una Iglesia que es Cuerpo y Esposa de Cristo. La Iglesia no es una asociación benéfica, cultural o política, o una simple ONG, sino que es un cuerpo vivo, que camina y actúa en la historia. Y este cuerpo tiene una cabeza, Jesús, que lo guía, lo alimenta y lo apoya. Si la cabeza está separada del resto del cuerpo, la persona no puede sobrevivir. Así es en la Iglesia: debemos permanecer asidos, cada vez más profundamente, a Jesús. Ojalá durante esta experiencia privilegiada de la Asamblea Diocesana, amemos más a Jesucristo y a nuestra Iglesia que, en definitiva, es amarnos mucho más y mejor entre todos nosotros.