Raúl Berzosa: «Era una mujer sencilla, muy amable y volcada con todos los sacerdotes y con un grandísimo amor a Ciudad Rodrigo»
Queridos hermanos sacerdotes, queridos todos: la noticia del fallecimiento de nuestra querida Angelita me llegaba, desde Burgos, el día de Todos los Santos, por la tarde-noche. Y se me anunciaba que el funeral iba a ser el domingo, día de todos los difuntos, en la parroquia de Santa Agueda, ya que vivió, en los últimos años, en la Residencia Sacerdotal de la Diócesis de Burgos.
El Día de Difuntos, en esta misma Catedral, pedimos por todos nuestros seres queridos y, especialmente, por ella.
¡Qué providencial que falleciera justamente el día de todos los santos! Una mujer, sencilla, muy amable y volcada con todos los sacerdotes, según se la recuerda. Y con un grandísimo amor a Ciudad Rodrigo. En verdad, D. Demetrio tuvo mucha suerte: 24 años acompañado por una hermana tan ejemplar.
La primera lectura de hoy, tomada de la carta a los Filipenses, nos hablaba de que Jesucristo se rebajó hasta someterse a una muerte de cruz. Y por eso Dios lo levantó. Así fue la vida de Angelita: vivir sirviendo, sin hacer un proyecto de vida propio. El Señor, después de una vida centenaria, la habrá levantado para escribir su nombre en el libro de La Vida para siempre. ¡Lo único importante!