Raúl Berzosa: «La espiritualidad es la columna vertebral de cualquier servicio en la Iglesia»
Queridos hermanos sacerdotes:
El Papa Francisco, habló a la Curia, en las pasadas navidades, de las “principales enfermedades”. Este año, de las necesarias virtudes. Es una especie de acróstico en italiano, jugando con la palabra “misericordia”. Son claves para “volver a lo esencial”, y “una fuerte llamada a la gratitud, a la conversión, a la renovación, a la penitencia y a la reconciliación”.
“Misionariedad y pastoralidad”: es lo que nos hace fértiles y fecundos; y la prueba de la eficacia, de la capacidad y de la autenticidad de nuestro obrar (nos saca de la autoreferencialidad, del narcisismo).
La “Idoneidad (preparación) y sagacidad (despiertos de mente)”. La idoneidad es el esfuerzo personal para adquirir lo necesario en orden a realizar del mejor modo las propias tareas y actividades, con inteligencia e intuición. Es lo contraria a recomendaciones y los sobornos. La sagacidad es la prontitud de mente para comprender y afrontar las situaciones con sabiduría y creatividad.
“ESpiritualidad y humanidad”. La espiritualidad es la columna vertebral de cualquier servicio en la Iglesia. Alimenta todo nuestro obrar, lo corrige y lo protege de la fragilidad humana y de las tentaciones cotidianas. La humanidad es una fe encarnada; nos hace diferentes de las máquinas y de los robots. Cuando nos resulta difícil llorar verdaderamente o reír apasionadamente, sufrimos un deterioro como “personas”.
“Ejemplaridad y fidelidad”. Ejemplaridad para evitar los escándalos que hieren las almas y amenazan la credibilidad de nuestro testimonio. Fidelidad a nuestra consagración, y a nuestra vocación.
“Racionalidad y amabilidad”. La racionalidad sirve para evitar los excesos emotivos, y la amabilidad para evitar los excesos “rígidos” de la burocracia, de las programaciones y de las planificaciones. Sirven para el equilibrio de la personalidad.
“Inocuidad (control de peligros y amenazas) y determinación”. La inocuidad nos hace cautos en el juicio, capaces de abstenernos de acciones impulsivas y apresuradas, actuando con atención y comprensión. Por otro lado, la determinación es la capacidad de obrar con voluntad decidida, con visión clara y en obediencia a Dios.
“Caridad y verdad”. La caridad sin la verdad se convierte en la ideología del “bonachón destructivo”, pero la verdad sin la caridad, es un afán ciego por judicializarlo todo.