Raúl Berzosa: «El Papa nos ha recordado que la enfermedad, y la vejez, ponen a prueba nuestra existencia humana y nos plantea muchos interrogantes hasta, incluso, hacernos sentir como perdidos y sin sentido en la vida»
Queridos hermanos sacerdotes, queridas consagradas Siervas de María, queridos residentes, queridos trabajadores y bienhechores, queridos todos:
Hace unos días celebrábamos el Jubileo de los Enfermos y Mayores. Y, recordábamos que, en este Año de Misericordia, tenemos el ejemplo de Santa María, la Virgen, con un lema precioso: “María, icono de la confianza y del acompañamiento”. Icono de la confianza porque se fió totalmente de Jesús en los momentos de dolor y sufrimiento. Y modelo de acompañamiento porque nos enseña a servir con prontitud y a tener los ojos y el corazón bien abiertos a las necesidades del hermano, especialmente del sufriente.
Hoy, aquí, en esta Institución tan querida del Hospital de la Pasión, todavía con los ecos del Día del Enfermo, celebramos la memoria de Nuestra Señora, la Virgen de la Salud. Vamos a profundizar brevemente en el Mensaje mariano que el Papa Francisco nos ha regalado, reflexionando y profundizando en el pasaje de las Bodas de Caná.
El Papa nos ha recordado que la enfermedad, y la vejez, ponen a prueba nuestra existencia humana y nos plantea muchos interrogantes hasta, incluso, hacernos sentir como perdidos y sin sentido en la vida. Es como si nuestra fe se pusiera a prueba. Precisamente, en esos momentos, es cuando podemos sentir con mayor fuerza y realismo que Jesús y su Madre nos acompañan. Que ellos son, verdaderamente, la salud del cuerpo y del alma.