Raúl Berzosa: «Estamos llamados a la renovación, a hacer obras en nuestra propia casa, a reformarnos»
Queridos hermanos sacerdotes, especialmente queridos Vicarios y Arciprestes, queridos Delegados, Secretarios y miembros de los dinamismos de la Pastoral Diocesana, queridos Catequistas y Profesores de Enseñanza Religiosa Escolar, queridas consagradas, queridos todos:
El Señor nos ha reunido, un año más, para la Eucaristía de Inicio del Curso Pastoral y del Envío. La Palabra de Dios, especialmente a través del Evangelio de San Lucas y de la Carta del Apóstol Pablo a Timoteo, nos ha invitado a vivir en la justicia, la santidad y la verdadera religiosidad, desde la fe y la esperanza, y siendo caritativos y misericordiosos. En una palabra: es una llamada a la verdadera conversión personal, y a la conversión institucional y pastoral, como nos viene insistiendo nuestro querido Papa Francisco.
Iniciamos el tercer año de pastoral, tras la celebración de la Asamblea Diocesana, con el lema: “La celebración cristiana”. D. Julián, esta tarde y de forma magistral como él sabe hacerlo, ya nos ha motivado y puesto en la rampa de salida…!Se lo agradecemos de corazón! Desde Vicaría de Pastoral se nos insiste en que “acojamos los sacramentos del Señor, los entreguemos y nos entreguemos, y que, en nuestras celebraciones, desemboquen los dolores, los gritos, los sufrimientos, los gozos y las esperanzas de esta tierra y de este pueblo, y de la entera humanidad”. ¡Por Cristo, con Él y en Él, para la alabanza de su Gloria!”.
Permitidme que, brevemente, os dirija unas reflexiones, a la luz de lo escuchado al Padre Lino Herrero, Misionero de Marianhill, en un reciente encuentro mantenido en Palencia con los Delegados y voluntarios misioneros de la Región.
Estamos llamados a la renovación, a hacer obras en nuestra propia casa, a reformarnos. ¿Para qué? – Para que, como en el misterio de la Transfiguración de Jesús, se manifieste, de forma patente, lo que somos y lo que vivimos. ¡Tenemos que recobrar nuestra más genuina identidad y misión! Necesitamos, si me lo permitís con una imagen del Papa Francisco, “soplar todas la cenizas acumuladas que no dejan ver el rescoldo vivo de fuego, que es Jesucristo y su Buena Noticia”. Tenemos que quitar tinieblas para que brille mucho más la luz.
Ahora bien: para hacer una reforma hay que estar decididos (“las obras nos echan para atrás”), hay que llamar a expertos que nos orienten, y hay que disponer de los materiales adecuados. En nuestro caso, la decisión de conversión, como repetía Santa Teresa, tiene que ser “decidida”. Los expertos que nos acompañen, no pueden ser otros que Jesucristo, los Santos Testigos de la Fe y de la vida cristiana, y los ministros y agentes de Pastoral que, hoy y aquí, el Señor ha puesto en nuestro camino. ¿Y los materiales? – Sobre todo, y ante todo, la Palabra de Dios, La Eucaristía y los demás sacramentos. Si volvemos a reforzar los cimientos, a blanquear las paredes y a pulir los suelos, nuestro edificio interior hará realidad tres “c”: celebración, comunidad y compromiso. Y, añado, con tres adjetivos: sana celebración; comunidad real; compromiso sincero.