Homilía

Homilía de Navidad

(Catedral, 25-12-2012)

         Queridos hermanos del Cabildo, queridos todos:

Comienzo mi homilía, con las mismas palabras que me han servido para felicitaros estos días: “Hace dos mil años, todo un Dios pidió permiso a una Virgen para entrar en este mundo. El mismo Dios te pide permiso hoy para entrar en “tu mundo” y en el de los más necesitados. No le cierres la puerta. Déjale nacer en ti y en los demás. ¡Feliz Navidad 2012 y Fecundo y Solidario año 2013!”.

         En las lecturas de hoy, el profeta Isaías nos invitaba a “mirar a nuestro Salvador, que ya llega”. El Salmo 96, reforzaba este deseo: “Hoy brilla una luz sobre nosotros porque nos ha nacido el Señor”. Y, como nos recordaba la lectura de Tito, “la misericordia de Dios nos ha salvado”. Finalmente, el Evangelio de San Lucas nos refiere “que los pastores encontraron a María, a José y al Niño”. Y le ofrecieron sus presentes.

Ya el día de la Inmaculada, glosé algunas páginas del sugerente libro del Papa Benedicto XVI sobre “La infancia de Jesús”. Permitidme que, en este día, vuelva sobre dicho libro y os regale algunas de sus interesantes páginas.

El Santo Padre destaca el “contexto” histórico y geográfico en el que nace Jesús: por primera vez hay un gobierno único y universal, el de Augusto; por primera vez, reina la paz en una gran parte del mundo y se erige el “Ara Pacis augusti”; por primera vez existe una lengua común más universal (el latín); y, por primera vez, se quieren compartir los bienes de los ciudadanos (de ahí el censo y empadronamiento). En este contexto vendrá al mundo el verdadero Salvador, el  portador universal de la Paz.

“Tuvo que nacer en un pesebre porque no había sitio en la posada”. Primera paradoja: el que nace, aparentemente irrelevante y sin poder, es el realmente “Poderoso y más importante”.

“María lo envuelve en pañales”, símbolo anticipado de lo que acontecerá en su muerte y entierro. El pesebre prefigura el altar. San Agustín incluso llega a afirmar que en el pesebre, el alimento, es el verdadero Pan bajado del cielo. El pesebre es una referencia a la Mesa de Dios donde todos los hombres recibimos el pan de vida.

“María dio a luz a su primogénito”. En el caso de Jesucristo, y según la Carta a los Romanos y Colosenses, es “el primogénito de entre las criaturas, y el primogénito de entre los muertos”. Más aún, “todo fue creado por Él y para Él” y por eso es el primogénito del universo. En la gruta de Belén está el esplendor cósmico del Salvador. El Papa relacionará este pasaje con le presentación de Jesús en el templo para aludir a la singular pertenencia de Jesús a Dios. Desde el comienzo, Jesús es de Dios. Es el Hijo de Dios por excelencia.

“En aquella región había unos pastores”, símbolo de que Jesús nace entre pastores porque Él es el gran y buen Pastor de los hombres.

“Los pastores fueron corriendo a comprobar lo que los ángeles les habían anunciado”. El Papa nos interpela: “¿Qué cristianos se apresuran hoy cuando se trata de las cosas de Dios?”. Porque si algo merece la pena son precisamente las cosas de Dios.

Finalmente, ¿por qué el ángel anunció expresamente a los pastores que encontrarían un “niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”?. No es, advierte el Papa con agudeza, un signo cualquiera: nos hace ver que a Dios sólo se le descubre en la pobreza. Para los pastores, que habían visto el resplandor de Dios en sus campos, esta señal es suficiente. Porque, subraya el Santo Padre, “ven desde dentro: y comprueban que lo que les ha dicho el ángel es verdad”. Su reacción: regresan con alegría y dan gloria y alaban a Dios por que han visto y oído.

Hasta aquí, lo más sobresaliente de lo que el Papa nos ha regalado en las páginas escritas sobre el nacimiento de Jesús. Se ha expresado, con razón, que en este día no habría que predicar nada: sencillamente, hacernos niños, y contemplar el Misterio.

Estamos celebrando la Eucaristía, que es la Navidad actualizada de cada día porque, en ella, Jesucristo nace en el Pan y en el Vino. El Papa, en uno de su libros, (“El Dios de los cristianos”), al hablar de Jesús “hecho hombre” cita al gran teólogo Hans Urs von Balthasar. Lo recuerdo para finalizar: “Eucaristía significa acción de gracias… ¿A quién da gracias Jesucristo? – Con toda certeza a Dios Padre, origen de todo don… Pero también da gracias a los pobres pecadores que quieren recibirle, que le acogen bajo su indigno techo.  ¿Y da gracias a alguien más? – Creo que sí: da gracias a la pobre doncella de la que ha recibido esa carne y esa sangre cuando el Espíritu santo la cubrió con su sombra. ¿Qué aprende Jesús de su madre? – Aprende el “sí”. No un sí cualquiera… sino un “Dios mío, todo lo que Tú quieras… aquí está la esclava del Señor; que me suceda según tu palabra”…

         Como todo es obra del Espíritu, y sin él no podemos entender nada, le pedimos que nos conceda “la gracia de “dar gracias”, en este día, por los misterios de Jesucristo y por los misterios que sigue obrando en nuestra vida. Que así sea.

                   + Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo