«A la luz de la Virgen del Pilar, el Señor nos invita, también hoy, a renovar nuestra fe y nuestra vida cristiana, personal y comunitaria»
Queridos hermanos sacerdotes, querido Sr. Alcalde y corporación municipal, querido Sr. Capitán de la Guardia Civil, queridos miembros y familiares del benemérito Cuerpo, queridos todos en el Señor:
Agradezco, un año más la invitación que se me ha cursado a presidir esta Eucaristía en el Día del Nuestra Señora del Pilar, Patrona de la Guardia Civil, desde 1913, por propio deseo del Cuerpo, y a quien se venera no sólo como patrona sino, además, como protectora y guía.
La Virgen del Pilar nos remite a los primeros momentos del cristianismo en España. Una antigua y venerada tradición nos dice que María reconforta y fortalece a orillas del Ebro en Zaragoza al Apóstol Santiago, cansado y desalentado en la difícil tarea de anunciar el Evangelio. Desde entonces, la Virgen del Pilar es aliento y protección de los cristianos de España y, más tarde, de los pueblos hispanos de América. Por cierto, nunca ha sido fácil la evangelización, como hemos escuchado al Apóstol Pablo en las lecturas.
Como ayuda, siempre ha estado la Virgen María. Ella es el Arca de la Alianza, de la que nos habla el Antiguo Testamento. Arca quiere decir lugar seguro de la presencia de Dios en medio de su pueblo- Por eso, la Virgen del Pilar, puede ser denominada Arca de la Nueva Alianza por haber llevado en su seno virginal al mismo Dios; ella es mediación de la presencia de Dios en nuestro mundo.
Aún más: como hemos recordado en alguna otra ocasión, La Virgen es como la columna que nos guía y sostiene día y noche en nuestro peregrinar hacia la Jerusalén Celestial. El Pilar, esa columna en la que se aparece la Virgen, es símbolo de lo sagrado, de la roca en la que debemos sustentar nuestra vida. Es señal de lo que permanece, a pesar de las duros combates de la vida.
Desde ahí se entiende lo que expresa Jesús en el Evangelio: «¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!» (Lc 11, 27-28). María es dichosa por ser la Madre de Dios, pero, sobre todo, por haber creído en Dios y a Dios, por haberse fiado de su Palabra, y por haberla puesto en práctica. La Virgen María es modelo de fe, y pilar seguro y firme de la Iglesia y de los creyentes.
A la luz de la Virgen del Pilar, el Señor nos invita, también hoy, a renovar nuestra fe y nuestra vida cristiana, personal y comunitaria. Especialmente en este año que estamos viviendo llamado “Año de la Fe”, se nos recuerda que la creencia en Jesucristo es un tesoro, que necesita ser personalizado para que no sea mera tradición y así lleguemos a ser verdaderos creyentes y testigos.
Como en los primeros tiempos del cristianismo, la Virgen del Pilar nos alienta a no tener miedo y creer de verdad en Dios y a Dios; la Virgen nos anima a abrir nuestro corazón a Jesucristo, y a fundamentar nuestra existencia en Él; y a mantenernos firmes a la hora de hacer realidad el Reino de Dios, que es el reino de verdad y de justicia, de misericordia y fraternidad, de amor y de paz.
Que nunca nos avergoncemos de ser cristianos, en privado o en público, en nuestra familia o en nuestra profesión. La fe cristiana no es algo del pasado, sino muy actual. La fe cristiana no es un sentimiento subjetivo, propio de personas débiles. La fe cristiana no es enemiga sino constructora de la verdadera humanidad.
Una sociedad que niega a Dios se vuelve inhumana. En estos momentos de crisis generalizada, miremos a la Virgen del Pilar para, como ella, fundamentar nuestra vida en el sólido cimiento de Dios mismo.
Quisiera también, en este día, que nos uniéramos al Papa Francisco en la consagración que hará del mundo a la Virgen María, en presencia de la imagen auténtica de Fátima en Roma. ¿Qué sentido tiene hoy poner el mundo bajo la protección de María? – Se confía a María nuevamente la tarea de protección y la tarea de intercesión”. De protección porque la Iglesia y el mundo tienen siempre necesidad de la protección materna de la Virgen. Pero le pedimos también intercesión para, como ella, poder dar testimonio concreto de lo que significa vivir como creyentes y convertirnos en evangelizadores. ¡Gracias, Santo Padre, por esta iniciativa que acogemos y secundamos con sinceridad también en esta Diócesis!
Queridos miembros y familiares del Cuerpo de la Guardia Civil. Pido a Dios, que María, la Virgen del Pilar, os siga protegiendo en vuestro trabajo de servicio al bien común de nuestra sociedad. Una misión que no siempre es suficientemente valorada; pero necesaria para garantizar la libertad, la seguridad y la convivencia social.
A la Virgen encomiendo también a todos vuestros compañeros y familiares fallecidos; en particular a los que han dado su vida en el campo del honor del servicio bien hecho y a las víctimas de la violencia. Que el Señor de la Vida conceda la paz eterna a los difuntos, y nos dé consuelo y esperanza a quienes seguimos peregrinando. Y que un día, todos participemos de la misma gloria eterna. Amén.
+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo