Raúl Berzosa: «Se ha hecho realidad que lo que mejor se enseña es lo que debe ser aprendido»
Queridos todos: sin repetir las interesantes estadísticas y los datos que nos ha recordado D. Juan Carlos, uno de los dos Comisarios de la Exposición, quisiera comenzar parafraseando una frase del Papa Francisco. El nos ha dicho: “La Virgen hizo de una cueva la Casa de Dios”. Nosotros hemos hecho de este templo del Seminario Diocesano la Casa de San Francisco. Durante meses, esta exposición ha convertido este recinto en las cuatro palabras que repetimos una y otra vez en Iglesia en Castilla, hablando de lo que tiene que ser la Iglesia: Hogar, donde no sólo hemos convivido a gusto los visitantes y organizadores, sino donde artistas de diversas épocas y escuelas ha convivido en sabia y pacífica armonía: Luis Salvador Carmona, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Pedro de Mena, Mateo Cerezo, Jerónimo Prieto o Venancio Blanco, entre otros. Escuela, porque todos hemos aprendido de todos. Se ha hecho realidad que lo que mejor se enseña es lo que debe ser aprendido. Taller de evangelización, ya que éste era el sentido genuino de esta muestra franciscana: redescubrir el mensaje velado, a veces, y patente, en su mayoría, que las obras de arte encierran. Muchas veces, más que “mirar” nos hemos “dejado mirar” por los ojos de los magistrales iconos. Finalmente, pórtico de acogida de creyentes y no creyentes; ha sido un verdadero atrio o espacio donde nadie ha quedado indiferente a la belleza de lo que entraba por los ojos y reposaba en el corazón de cada uno. Además, nos hemos empapado de la vida y del espíritu franciscano al que, desde ahora, sabremos amar mucho más.
¡En verdad, este evento ha sido un milagro! ¡Muchos pocos logando “un mucho”! ¡No debemos detenernos en el déficit económico porque él no puede convertirse eh protagonista ni debe empañar lo vivido estos meses en nuestra pequeña Diócesis!
Concluyo con una bella florecilla franciscana. En cierta ocasión, los hermanos preguntaron al Padre Francisco, “¿Cómo tiene que ser el fraile perfecto?”. San Francisco miró a su alrededor, a cada uno, y exclamó: “El fraile perfecto tiene que tener la pobreza de Bernardo, la alegría de Pedro, la entrega de Silvestre, la pureza de Gil o la sabiduría de Guido”… Y, así, el Poverello de Asís, fue destacando de cada hermano una de sus mejores cualidades.
Concluyo: esta exposición, como todo el año franciscano, nos estás enseñando que el Ciudad Rodrigo ideal y que nuestra iglesia, con rostro sinodal, tienen que ser la suma de cada uno de nosotros y de cada uno de los dones que el Señor nos ha concedido. San Francisco, y lo franciscano, han reforzado nuestra comunión, nuestra fraternidad, y nuestra sinodalidad. ¡Que no perdamos esta rica herencia!
+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo