CUARESMA Y MANOS UNIDAS
El Papa Francisco, en esta Cuaresma 2015, nos invita “a fortalecer nuestros corazones” (Santiago, 5,8). Cuaresma es un tiempo de conversión, de volver a un Dios que nos ha amado primero y nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando nos alejamos de Él. Este mismo Dios nos pide que no seamos indiferentes ni egoístas ante los demás, aunque las cosas nos vayan relativamente bien en la vida.
Dios nunca es indiferente a lo que sucede en nuestro mundo: lo ama, hasta el punto de entregarnos, por amor, a su Hijo. La Iglesia, hoy, es como la mano abierta de Dios, que nunca se cierra ni se repliega en sí misma. En la Iglesia, “si un miembro sufre, todos sufren con ella” (1 Cor 12,26). Los cristianos, en la Cuaresma, tenemos que dejar lavarnos los pies por Cristo para así lavarlos a los demás, que quiere decir servir a todos. En nuestras parroquias y comunidades sigue viva la pregunta: “¿Dónde está tu hermano?” (Gn 4,9). Tenemos que ver en cada hermano y hermana a aquel por quien Jesucristo murió y resucitó.
En resumen, ¿cómo “fortalecer el corazón”, y no ser indiferentes a los demás, en esta Cuaresma? – El Papa nos regala algunas pistas: Lo primero, orar en comunión con toda la iglesia terrestre y celeste. Lo segundo, ayudar con gestos de verdadera caridad, aunque sean pequeños. Y, lo tercero, recordar que sin Dios no podemos nada. Hay que resistir a la tentación diabólica de creer que nosotros solos podemos salvar el mundo. Tenemos que salir de nuestra prepotencia. Para ello, dejemos que el Espíritu Santo entre en nuestros corazones, con su amor, para que “nuestro corazón sea semejante al de Jesús mismo”.
El mensaje de nuestro querido Papa Francisco enlaza perfectamente con el lema de la Campaña de Manos Unidas de este año: “¿Te apuntas?” Se nos ha vuelto a recordar que existen todavía 805 millones de personas que pasan hambre en el mundo. Tenemos que ponernos en su lugar con gestos eficaces y con nuestra aportación económica para poder realizar proyectos de desarrollo humano y social, especialmente con protagonismo femenino.
Es significativo que, Manos Unidas, destaque dos pasajes del Evangelio: el de Jesús con la samaritana que va a buscar agua al pozo (Jn 4, 1), y el del buen samaritano (Lc 10,30). Y, como las dos caras de una misma moneda, nos interpela: por un lado, “¿te apuntas a que Jesucristo, el Agua Viva, apague tu sed de felicidad y de infinito?”… Por otro lado, “¿Te apuntas, como Él, a ser buen samaritano para los demás?”… – En Manos Unidas, las voluntarias van por delante, dándonos ejemplo. ¡Muchas gracias por vuestra generosidad! ¡Que el Señor y los más pobres os lo paguen! Con mi afecto y bendición reiterados,
+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo