Raúl Berzosa: «La pregunta al final de la Asamblea Diocesana es, y ahora, ¿qué?»
1.- Para situarnos…
Queridos todos: gracias por el esfuerzo, ya casi final, en esta andadura de Asamblea Diocesana. Estamos en la penúltima etapa volante. ¿Cómo podemos resumir el momento presente?… Juntos, con el Espíritu Santo, hemos hecho visible el “nosotros” eclesial, en esta tierra y en este pueblo. ¿Para qué? – Para seguir caminando con fe, con esperanza y con amor, en comunión y corresponsabilidad, en sinodalidad. Y todo ello en una iglesia de puertas abiertas, en estado de misión evangelizadora y caritativa, porque se sabe buena samaritana…
Esta mañana, en este templo, suena de forma nueva el grito con el que iniciábamos hace nueve meses nuestra rica andadura: “¡PONEOS EN CAMINO!”…
Ahora se puede comprender mucho mejor el que hay momentos en la vida de una persona y de una comunidad o, en este caso, de toda una Diócesis, en los que se debe hacer un alto en el camino. Y ello, no para detenernos y plantarnos con nostalgia, mirando sólo el pasado; tampoco un stop para mirar sólo al horizonte esperando del futuro lo único novedoso y lo que supuestamente será lo mejor. En ocasiones, como hemos hecho en este curso pastoral, es conveniente y necesario detenernos para recobrar fuerzas, para valorar lo andado, para celebrar juntos y encontrar nuevos compañeros de camino, para tender una mano a los que quedaron rezagados o a los que tomaron otros derroteros, para resituarnos si fuere necesario, y, sobre todo, para seguir avanzando por donde el Espíritu Santo desee llevarnos. Porque la Iglesia no es nuestra: es del Señor Jesús. Y porque nuestra vida no es nuestra: es regalo del Dios Vivo, Uni-Trino.
2.- Una Asamblea Diocesana con cuatro etapas…
La Asamblea Diocesana, a la que todos fuimos invitados y convocados, y en la que todos nos implicamos y comprometimos, tuvo cuatro grandes etapas; como sucedió en la experiencia de los discípulos camino de Emaús (Lc 24,13).
Una primera etapa preparatoria, que se desarrolló desde Junio a Noviembre del 2013, en la que dialogamos, oramos y tomamos conciencia de lo que significaba dicha Asamblea Diocesana. Desde las parroquias y los siete arciprestazgos, nos pusimos en camino…
Una segunda etapa, central, tuvo lugar desde Diciembre-2013 a Abril-2014. En ella, las tres grandes vocaciones o estados de vida (laicos-consagradas-sacerdotes), en tres sesiones diferenciadas y con tres ponentes en cada caso, rezamos y reflexionamos sobre tres grandes temas o pilares: 1.- El misterio de nuestra identidad (“desde donde somos”); 2.- La experiencia de Comunión-comunidad y eclesialidad (“en donde somos”); 3.- Y el compromiso evangelizador (“para donde somos”), para una presencia pública y caritativa, en su doble dimensión: la asistencial (“dar peces”) y la promocional (“enseñar a pescar”).
Una tercera etapa, a la que podemos denominar propiamente “Asamblea Diocesana”, está teniendo lugar entre Mayo y Junio del 2014. Cristianos y cristianas de toda nuestra geografía diocesana, ayudados por tres expertos, estamos trabajando y abonando aún más lo reflexionado y redescubierto en las fases anteriores, sabiendo buscar, en un clima de sano pluralismo, la unidad en lo esencial, la libertad en la duda y, en todo, la caridad. Como en la experiencia del camino de Emaús, el Señor está en medio de nosotros, compartiendo nuestra pequeñez y regalándonos el don de su Palabra y de su Espíritu. Y, lo más importante, ahondando y estrcehando el espíritu fraterno y eclesial que hemos venido gustando durante meses… Esto nos ha enseñado otra lección: “que tan importante son los contenidos como una forma sinodal de trabajar eclesialmente”. El ejercicio de votar simbólicamente hoy no se puede entender como una “asamblea a la búlgara o un evento político”, sino como un reforzar y hacer visible la comunión de forma responsable y personal. El voto de hoy no será un simple ejercicio asambleario o meramente autorreferencial y egocéntrico, sino el hacer sonar una nota acorde en la gran sinfonía diocesana. Nota pequeña, la de cada uno, pero necesaria para que seguir caminando como Iglesia.
Finalmente, nos resta una cuarta etapa: la Eucaristía final con el envío misionero. Dios mediante será el domingo día 15 de Junio. En ella, además de la experiencia fuerte de comunión que sólo la Eucaristía puede regalar, comprobaremos que las orientaciones y propuestas pastorales de la Asamblea subrayarán, como en Emaús, que dicha evento no era sólo para nosotros, sino que debemos compartirlo y anunciarlo con alegría y con renovada fuerza a todos los que formamos nuestra Iglesia diocesana y nuestra sociedad civitatense. Dichas orientaciones, servirán para elaborar futuros planes de pastoral diocesano. Conscientes de que todo es don y esfuerzo; primicia del Espíritu y respuesta personal y comunitaria. Él, el Señor, es lo primero. Nosotros, como siervos, secundamos sus iniciativas.
3.- Pregunta al final de la Asamblea Diocesana: y, ahora, ¿qué?…
Nos dice San Pablo en 1 Cor 12,4-8: “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de acciones, pero es el mismo Dios que obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común… Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad no forman más que un sólo cuerpo así también Cristo. Vosotros sois su cuerpo”. A su luz, respondemos a tres preguntas:
3.1. ¿Dónde estamos al final de la Asamblea Diocesana?…
–Estamos en una Iglesia Diocesana, misterio de comunión para la misión, en plena y total sintonía con lo señalado por el Vaticano II, sumergida en el Tercer Milenio y, en estos momentos, comprometida en el proceso de Nueva Evangelización y de conversión pastoral-misionera, anunciado por los Papas Juan XXIII y Pablo VI, solicitado por el Papa Juan Pablo II, revitalizado por el Papa Benedicto XVI, y asumido, concretado e impulsado por el Papa Francisco.
3.2. ¿Qué camino recorreremos a partir de ahora?:
Como afirmaba Juan Pablo II, el que pasa por el hombre concreto de este pueblo y de esta tierra. “El camino de la Iglesia es el camino del hombre” (RH, 1-5). Un hombre o mujer que también hoy tienen necesidad de Jesucristo y tienen el derecho a que se les redescubra su dignidad humana, su dignidad de Hijos de Dios, y el gran secreto de su existencia: “Estamos hechos para la felicidad y la plenitud en Dios” (RH ll; GS 22). Con un añadido del Papa Francisco muy potente: “Somos la carne misma de Jesucristo; a veces, una carne herida y llagada”.
3.3. ¿Qué hemos cargado, durante esta Asamblea, en nuestras maletas de viaje o en nuestras mochilas?:
– Junto a un deseo sincero de renovación y una gran dosis de esperanza, mucha alegría y sinceros deseos de compartir algunas claves esenciales
de nuestra identidad cristiana:
- La experiencia renovada de Fe personal y comunitaria.
- Una vivencia fuerte de eclesialidad para evangelizar..
- La necesidad de colaboración, de diálogo y de articulación de fuerzas y carismas (sinergia).
- Una fuerte dosis de caridad-solidaridad y de esperanza.
Al final de la Asamblea Diocesana, el Espíritu Santo nos hará gustar de nuevo una Iglesia como hogar (“donde juntos crecemos y estamos a gusto”), escuela (“en donde todos aprendemos de todos”) y taller (“de experiencias de evangelización, en fidelidad y creatividad”). Traducido en cuatro dimensiones entrelazadas y complementarias: comunidad, anuncio misionero, celebración y compromiso. En ellas profundizaremos en esta penúltima jornada. La brújula, sin duda, para seguir caminando, incluso en la noche y entre la niebla, será ésta:
– Norte: conversión personal y comunitaria a Jesucristo;
– Sur: vivir la “diocesaneidad”, renovando parroquias y dinamizando los Arciprestazgos. Abriéndonos a las nuevas realidades eclesiales suscitadas por el Espíritu Santo.
– Este: formación más adecuada para saber dar razón de lo que creemos, y calidad de oración para tener verdadera experiencia de Dios;
– Oeste: Potenciar la presencia pública y evangelziadora de nuestra Iglesia en la sociedad y cultura nuevas, así como hacer patente el compromiso cristiano allí donde se fraguan dicha sociedad y cultura (familia, asociaciones, enseñanza, política, mass media, mundo obrero…).
4.- Un nuevo Pentecostés…
El pasado domingo (1-6-2014) el Papa Francisco mantuvo un encuentro con miles de miembros de la Renovación Carismática Italiana. Era como la actualización de un nuevo Pentecostés. Me atrevo a resumir lo que les dijo, que, sin duda, sirve para nuestra Asamblea Diocesana. El Papa Francisco volvió a recordar que la Iglesia es como una orquesta, en la que cada instrumento es diferente pero todos son necesarios.
Lo importante, es renacer en el Espíritu Santo para llegar a ser como “una corriente de gracia en la iglesia y para la iglesia” y, por lo mismo, para el mundo de hoy. Y, a ese mismo Espíritu, debemos pedirle, como primer don, un enamorarnos de Jesucristo. Jesús nos cambia la vida y nos hace testigos de su Amor. A partir de aquí, un decálogo:
– 1.- Adorar a Dios el Señor con toda nuestra vida. No a otros ídolos. Sólo Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
– 2.- Cercanía a Jesucristo (en la oración y en la adoración) y, al mismo tiempo, cercanía a la gente (amarla y estar en medio de ella).
– 3.- Buscar la santidad de Vida en el Espíritu Santo, viviendo coherentemente según el Evangelio.
– 4.- La vida es para entregarla, no para guardarla en una caja fuerte. Evangelizar con nuestra vida y con la Palabra de Dios, testimoniando que Jesús está vivo hoy y aquí.
– 5.- Evitar la excesiva burocratización. Dejarnos guiar por la libertad del Espíritu Santo. No “enjaulemos” al Espíritu Santo. Ni tampoco queramos ser “controladores” de la gracia de Dios. Somos dispensadores; no controladores.
– 6.- Salir a las calles a anunciar el Evangelio, porque la Iglesia, desde Pentecostés, “es y se llama salida”).
– 7.- Acercarnos a los más pobres y los necesitados para tocar en su carne la carne herida y llagada de Jesucristo
– 8.- Buscar la unidad, que es fruto del Espíritu Santo, y que tiene su fuente en la Trinidad. Toda división es del diablo.
– 9.- Hacer posible “el ecumenismo espiritual” con los hermanos y hermanas de otras comunidades cristianas.
– 10.- Y, ya en la vida de cada día…
¨ Cuidar la familia, como verdadera Iglesia doméstica que es. Los esposos son pecadores, como todos, pero deben ir adelante en una vida de fe y de fecundidad para no caer en la crisis en la que el tentador quiere meter a la familia hoy.
¨ Saber unir nuestro sufrimiento al de Jesucristo.
¨ Valorar a los ancianos por lo que son: sabios y creyentes.
Un día más, a Santa María, Madre y Estrella de la evangelización y, sobre todo, al Espíritu Santo, en vísperas del gran día de Pentecostés, nos encomendamos. ¡Animo y fuerza a todos para recorrer la última etapa! ¡Muchas gracias a cuantos habéis participado activamente en la Asamblea y durante todo el año! ¡Gracias muy especiales a los responsables de las diferentes áreas y trabajos, coordinados bajo la paciente y generosa dirección del Vicario de Pastoral!
Para todos, mi bendición y mi más sincera enhorabuena, en Cristo, + Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo