Felicitación navideña

Como es habitual en esta época del año, el obispo de la diócesis de Ciudad Rodrigo, Mons. Raúl Berzosa, ha recibido en el palacio episcopal a religiosas, párrocos, canónigos o delegados y curia, que han aprovechado la oportunidad para desearle unas felices fiestas.

En la imagen, algunos de los delegados de la diócesis y miembros de la curia.

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‘Sembradores de Estrellas’

La delegación de Misiones de la diócesis de Ciudad Rodrigo, en colaboración con la Pastoral Juvenil, ha llevado a las calles de Ciudad Rodrigo un mensaje de Paz, Amor y Esperanza, a través de los ‘Sembradores de Estrellas’. Los más jóvenes se dieron cita en el convento de las Madres Carmelitas, desde donde salieron a las calles para desear a todos una Feliz Navidad.

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San Francisco

P1790776Raúl Berzosa: «Se ha hecho realidad que lo que mejor se enseña es lo que debe ser aprendido»

Queridos todos: sin repetir las interesantes estadísticas y los datos que nos ha recordado D. Juan Carlos, uno de los dos Comisarios de la Exposición, quisiera comenzar parafraseando una frase del Papa Francisco. El nos ha dicho: “La Virgen hizo de una cueva la Casa de Dios”. Nosotros hemos hecho de este templo del Seminario Diocesano la Casa de San Francisco. Durante meses, esta exposición ha convertido este recinto en las cuatro palabras que repetimos una y otra vez en Iglesia en Castilla, hablando de lo que tiene que ser la Iglesia: Hogar, donde no sólo hemos convivido a gusto los visitantes y organizadores, sino donde artistas de diversas épocas y escuelas ha convivido en sabia y pacífica armonía: Luis Salvador Carmona, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Pedro de Mena, Mateo Cerezo, Jerónimo Prieto o Venancio Blanco, entre otros. Escuela, porque todos hemos aprendido de todos. Se ha hecho realidad que lo que mejor se enseña es lo que debe ser aprendido. Taller de evangelización, ya que éste era el sentido genuino de esta muestra franciscana: redescubrir el mensaje velado, a veces, y patente, en su mayoría, que las obras de arte encierran. Muchas veces, más que “mirar” nos hemos “dejado mirar” por los ojos de los magistrales iconos. Finalmente, pórtico de acogida de creyentes y no creyentes; ha sido un verdadero atrio o espacio donde nadie ha quedado indiferente a la belleza de lo que entraba por los ojos y reposaba en el corazón de cada uno. Además, nos hemos empapado de la vida y del espíritu franciscano al que, desde ahora, sabremos amar mucho más.

¡En verdad, este evento ha sido un milagro! ¡Muchos pocos logando “un mucho”! ¡No debemos detenernos en el déficit económico porque él no puede convertirse eh protagonista ni debe empañar lo vivido estos meses en nuestra pequeña Diócesis!

Concluyo con una bella florecilla franciscana. En cierta ocasión, los hermanos preguntaron al Padre Francisco, “¿Cómo tiene que ser el fraile perfecto?”. San Francisco miró a su alrededor, a cada uno, y exclamó: “El fraile perfecto tiene que tener la pobreza de Bernardo, la alegría de Pedro, la entrega de Silvestre, la pureza de Gil o la sabiduría de Guido”… Y, así, el  Poverello de Asís, fue destacando de cada hermano una de sus mejores cualidades.

Concluyo: esta exposición, como todo el año franciscano, nos estás enseñando que el Ciudad Rodrigo ideal y que nuestra iglesia, con rostro sinodal, tienen que ser la suma de cada uno de nosotros y de cada uno de los dones que el Señor nos ha concedido. San Francisco, y lo franciscano, han reforzado nuestra comunión, nuestra fraternidad, y nuestra sinodalidad. ¡Que no perdamos esta rica herencia!

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

 

Día de la Inmaculada

Raúl Berzosa: «No hay existencia más triste, más deprimida y más aburrida y monótona, que aquella en la que Dios no está presente»

Muy queridos hermanos sacerdotes, queridas consagradas, queridos todos:

Estamos celebrando la Inmaculada Concepción de María. En las lecturas de este día, se nos ha vuelto a recordar el inicio de la historia de Salvación, narrada por el libro del Génesis, y en el que ya se anuncia el papel de María. Por eso, con el salmo 97, nos hemos unido al canto de alabanza al Dios de todos los dones, por parte de María Virgen. Gracias a María, que nos dio a luz al Hijo de Dios, se hizo patente que fuimos predestinados para la gloria de Dios, antes de la creación del mundo, como hemos leído en la segunda lectura de la Carta a los Efesios. Y el Evangelio de San Lucas nos ha narrado la alegría de María, la llena de Gracia, al recibir la buena noticia de su maternidad.

A la luz de estas lecturas, ¿cómo actualizar el mensaje que encierra la Inmaculada para nosotros? – Permitidme que os recuerde algo de lo que, magistralmente, el Papa Benedicto XVI nos regaló en el año 2012.

Virgen Inmaculada recuerda, en primer lugar, el saludo del ángel Gabriel, cuando llama a María “la llena de Gracia”. En griego, la palabra “Jaris” (gracia) tiene la misma raíz lingüística que la palabra “alegría”. Y nos revela la clave de la fuente de la alegría profunda de la Virgen: su alegría proviene de la estar en gracia de Dios; es decir, de estar en comunión profunda con Dios, de tener una relación vital con Él, de ser morada del Espíritu Santo. Por eso, ella está habitada por Dios y se deja trabajar, como criatura, por Dios.

El Papa Francisco nos viene repitiendo a los cristianos de hoy que “nadie nos robe la alegría”. Es tanto como decir que nadie nos robe, de nuestras vidas, al Señor. No hay existencia más triste, más deprimida y más aburrida y monótona, que aquella en la que Dios no está presente. Porque en la vida, cuando no existe la dimensión trascendente, enseguida “tocamos techo”, enseguida nos volvemos miopes y nos convertimos en hombres y mujeres de metas muy cortas. Cuando Dios no nos habita, nos carcome el dinero, el poder, el placer y otras metas pequeñas y efímeras.

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Funeral D.Francisco Hernández

Raúl Berzosa: «No estamos celebrando el final de nada ni de nadie. Sí la despedida a una forma concreta de relacionarnos con él, hasta que volvamos a encontrarnos»

        Queridos hermanos sacerdotes, los diocesanos y los de Salamanca, queridos residentes y personal cualificado de esta casa sacerdotal, queridos todos:

Estoy contento de estar, una vez más, entre vosotros, aunque, en esta ocasión, el motivo sea, en parte y humanamente, triste: el “hasta luego”· a nuestro entrañable D. Francisco. Porque no estamos celebrando el final de nada ni de nadie. Sí la despedida a una forma concreta de relacionarnos con él, hasta que volvamos a encontrarnos, si Dios quiere, en el cielo.

Os confieso, hermanos diocesanos, que tenía intención real de venir a visitaros muy pronto, como en años anteriores. ¡La providencia ha adelantado el encuentro comunitario en torno a esta Eucaristía!

Ayer por la mañana, estando en Valladolid, en reunión de Obispos y Superiores Generales, me llegaba la noticia: D. Francisco ha fallecido. En tiempo de Adviento, cuando toda la Iglesia canta “!Ven, Señor! Y ¡El Señor Viene!(Maran athá). En verdad, la vida cristiana y sacerdotal es como un peregrinaje, un éxodo, siempre avanzando en el camino de la arena de la historia para encontrarnos con el Dios Vivo que continuamente está viniendo, que es Adviento. Esto lo creía y lo vivía profundamente D. Francisco.

Fue ordenado sacerdote el 27 de mayo de 1955 por el obispo D. Jesús Enciso, cuando se celebraba en la Diócesis el Congreso Eucarístico Comarcal de la Fuente de San Esteban. Ejerció como ecónomo, en 1955, en las parroquias de Sexmiro y Martillán. Emigró misionero a Argentina, donde fue nombrado Director Espiritual del Seminario Menor en el que estaba de Rector D. Juan Manuel Jorge, diocesano y residente hoy en esta casa sacerdotal.

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