Encuentro

GetAttachmentEl obispo y los vicarios de la diócesis participan en el encuentro anual de Iglesia en Castilla celebrado en Palencia

El obispo de la diócesis, Mons. Raúl Berzosa, los vicarios general, D. Tomás Muñoz Porras, y de Pastoral, D. José Manuel Vidriales, han participado los días 6 y 7 de julio en el encuentro anual que celebran los obispos de Iglesia en Castilla y que en esta edición ha tenido lugar en Palencia.

El primer día se centró en asuntos relacionados con la programación y acciones de Iglesia en Castilla y el segundo, más de convivencia, permitió a los participantes celebrar una eucaristía en San Martín de Frómista, visitar la Villa Romana de La Olmeda y Carrión de los Condes.

Exposición San Francisco

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Jerónimo Prieto crea una obra para la muestra

El Seminario Diocesano San Cayetano ha encargado, con motivo del Año Franciscano un cuadro a su antiguo alumno Jerónimo Prieto. Este cuadro forma parte de las obras exhibidas en la exposición “San Francisco” y ha sido presentado por vez primera en la tarde del 7 de Julio de 2014, con la presencia del autor Jerónimo Prieto, así como de los comisarios de la muestra Juan Carlos Sánchez y Eduardo Azofra. El cuadro es un óleo (1,85×1,30cm.) sobre lienzo titulado “San Francisco predicando en el postigo del Alba de la Catedral de Ciudad Rodrigo”, en él se puede ver a San Francisco predicando junto al postigo del Alba de la Catedral de Ciudad Rodrigo, en obras. Entre las personas que aparecen el cuadro, se ha representado al obispo Mons. Cayetano Cuadrillero y Mota, fundador del Seminario, y al obispo actual, Mons. Raúl Berzosa. En el fondo, también aparece un autorretrato del autor. La obra es una adquisición del Seminario San Cayetano, pagado por los Antiguos Alumnos del Seminario y será colocado en el altar mayor de la capilla del Seminario, en la parte superior, en sustitución de otro cuadro de menor calidad.

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Homilía en el día del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Raúl Berzosa: «El Papa Francisco también nos viene repitiendo que la Iglesia ni puede ni debe tener jamás miedo a los pobres ni avergonzarse de ellos ni de ser iglesia pobre» 

 Queridos hermanos sacerdotes, queridas consagradas, queridos niños que habéis hecho la primera comunión, queridos todos:

Voy a ser breve. Porque, en este día, los gestos son más fuertes que las palabras. Las palabras sobran ante el Misterio. Bastaría vivir de verdad la celebración de la Eucaristía de hoy, bastaría participar de verdad en la Procesión del Santísimo por nuestras calles, y bastaría orar de verdad en la adoración del Santísimo hasta las Vísperas de la Tarde. Estos tres momentos hablan por sí mismos y en profundidad. Por cierto, este año celebramos el 750 aniversario de la Solemnidad del Corpus Christi, instituido por el Papa Urbano IV, en el año 1264.

En esta ocasión, deseo fijar mi atención en el mensaje de las lecturas que hemos escuchado. En la primera, del libro de Deuteronomio, dos principales lecciones para el Pueblo de Israel. La primera, que Israel sólo puede vivir de Dios. En la abundancia y en la escasez, lo que hace sobrevivir al pueblo es siempre la obediencia al Señor. Cuando el autor escribe los versículos que hemos escuchado hoy, y que atribuye a Moisés, el pueblo de Israel vivía tranquilamente en la tierra que le había sido prometida, una tierra que manaba leche y miel. Pero la fertilidad de la tierra, y hasta la tierra misma, se pueden perder. La única posibilidad de supervivencia sigue siendo para Israel la confianza total en Dios y en el acatamiento de su voluntad. Ellos sabían que era muy peligroso favorecer los sentimientos de autosuficiencia y de olvido del Señor, que sacó al pueblo de la esclavitud y le dio de comer y beber en el desierto. En pocas palabras: sólo estando con Dios y en Dios, y viviendo para Dios, se encuentra el arte de vivir y la Vida, con mayúsculas.

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Exposición ‘San Francisco’

DSC_1091Las parroquias de la diócesis aportarán 29 obras a la muestra

El delegado de Patrimonio de la diócesis, Jesús Gutiérrez, y uno de los comisarios de la exposición ‘San Francisco’, han dado a conocer las obras que se mostrarán procedentes de diferentes parroquias de la diócesis. En total, se van a exponer 70 obras de las que 29, pertenecen a parroquias. Sánchez ha valorado y agradecido la colaboración de los párrocos. A continuación, se detallan esas obras y su distribución.

 

ESPINA CENTRAL

 

  1. Lucas Mitata. San Francisco estigmatizado, h. 1570-1577. Madera policromada. Iglesia parroquial de San Juan Bautista. Retablo mayor. Fuenteguinaldo. c. 100 x c. 70 x c. 50 cm. 
  2. Anónimo. San Antonio de Padua y Santo Domingo de Guzmán, siglo XVI. Óleo sobre tabla. Iglesia parroquial de San Pedro de Alcántara. Retablo de la Virgen del Rosario. Pastores. 35 x 67 cm.
  3. Anónimo. San Francisco de Asís y ¿San Blas?, siglo XVI. Óleo sobre tabla. Iglesia parroquial de San Pedro de Alcántara. Retablo de la Virgen del Rosario. Pastores. 35 x 67 cm. 
  4. Philipus Pigouchet. Libro de Horas, 1504. Catedral. Museo Diocesano y Catedralicio. Ciudad Rodrigo. Cada hoja: c. 180 x c. 140 mm. 
  5. Historia de la Orden de San Francisco de Gonzaga, Roma, 1587. Biblioteca del Seminario Conciliar de San Cayetano de Ciudad Rodrigo.

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Clausura

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Carta-envío del obispo con motivo del fin de la Asamblea Diocesana

Como obispo, padre y hermano, “ante todo, doy gracias al Señor por todos vosotros” (Rm1, 8). Vuestra presencia e implicación, durante la Asamblea Diocesana, han sido un regalo para mi ministerio, porque en la sencillez de nuestros encuentros me habéis hecho sentir, como decía San Agustín, que, “con vosotros, soy cristiano; y, para vosotros, obispo”. Con gozo y con responsabilidad.

Hemos experimentado juntos que el Espíritu ha soplado y nos ha invitado a “dejar a Dios ser más Dios”, y nos ha llamado a ser, en su Iglesia, hijos en el Hijo, hermanos en su mismo Amor, y enviados en su misma Misión. Como en el libro del Apocalipsis, “hemos escuchado lo que el Espíritu dice a su Iglesia”: que nos dejemos transformar en el hondón de nuestro ser; y que experimentemos “el gusto espiritual de ser pueblo”, como luz, sal, y fermento; para empujar la marcha del Reino de Dios, para renovar esta Iglesia y para transformar desde el Evangelio nuestra tierra.

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