Fe Misionera
Este mes de octubre, en toda la Iglesia, han coincidido tres grandes eventos: la inauguración del Sínodo sobre la Nueva Evangelización, la apertura del Año de la Fe y, como cada año, el DOMUND.
En esta ocasión con un lema muy sugerente y necesario: “Misioneros de la Fe”. El equipo de la Delegación de Misiones, en sus visitas a los distintos Arciprestazgos, ha venido haciendo hincapié precisamente en esto: el misionero es un hombre de Fe y, por lo mismo, un evangelizador. No es un voluntario de una ONG o un simple filántropo o animador socio-cultural. Es, ante todo y sobre todo, un creyente. Me hago una pregunta: “¿Qué es la fe cristiana?”… – Aunque tendremos ocasión de volver sobre el tema durante este curso pastoral, me atrevo a señalar las siguientes claves de identidad de nuestra fe cristiana: creer es creer en ALGUIEN (Jesucristo), no en algo. Creer, es exclamar, desde el corazón: “Te creo”, “me fío de ti, estoy convencido de que dices la verdad”, “creo en lo que tú dices”. Más aún, es gritar: “Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Tú eres la Belleza y la Bondad. Tú eres mi único y verdadero Señor”. El cristianismo no es solo ética, ni ritos, ni doctrinas. Es el encuentro, personal y comunitario, con el Hijo de Dios Resucitado. Un acontecimiento con más de veinte siglos. Dos preguntas: Por un lado, “¿Dónde encontramos esta experiencia cristiana?”- En la vida de los creyentes, de ayer y de hoy. Por otro lado, ¿Cómo actualizar el mensaje de la Fe?” Me atrevo a hacerlo en forma de Decálogo: •
- Fe, no es creer en algo, sino en ALGUIEN: Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, el Señor de la Historia, el único salvador y mediador.
- Fe, no es imitar a Jesús, el Señor, desde fuera, sino desde dentro, personalizando progresivamente, y según las edades existenciales, el misterio de Dios Uno y Trino.
- Fe, es tener los ojos, las manos, y el corazón del mismo Jesús, para ser otros Cristo y poder llegar a decir con San Pablo, por el Espíritu: “No soy yo quien vivo, sino es Cristo quien vive en mí”.
- Fe, es vivir y hacer realidad cotidiana y coherente el mensaje existencial de las Bienaventuranzas.
- Fe, es dejar que el Espíritu Santo me penetre y fecunde para divinizarme, para hacerme, como María, esposo, madre, y hermano.
- Fe, es vivir con coherencia todas las dimensiones de mi vida en todos los ámbitos y momentos del día.
- Fe, no es algo sentimental o fideísta, ya que sabe dar razones y esperanza de lo que cree.
- Una Fe formada y en diálogo con creyentes y no creyentes.
- Una Fe siempre en búsqueda, alimentada por dudas y certezas, y tratando de unir lo ético y lo místico hasta descansar en Dios.
- Una Fe hecha vida en comunidad eclesial como forma ineludible de unir identidad cristiana y misión.
Al final, una doble súplica sincera: “Señor, yo creo pero aumenta mi Fe”. “Muchas gracias por el don de la Fe: el mayor tesoro de mi existencia”.