Opinión

EL ANUNCIO

En septiembre, comenzamos el curso pastoral. Siempre bajo la mirada y compañía de la Virgen María, Estrella de la Evangelización. Este año, dentro del Plan Quinquenal nacido tras la Asamblea Diocesana, nos centraremos en la dimensión eclesial de “El Anuncio”.

¿Qué pretendemos, con la ayuda del Espíritu Santo? – Que, arraigados en el Señor, seamos de verdad cauce humilde para dejar al mismo Espíritu Santo que infunda la fuerza renovadora del Evangelio en el interior de nuestras personas y en lo más profundo de nuestra Iglesia Diocesana, encarnados en este Pueblo y en esta Tierra.

En resumen, tratamos de acoger al Señor y a su Buena Noticia (su Evangelio). Trataremos de vivir dos caras de una misma moneda: por un lado, acoger al Señor, que se nos entrega en su Evangelio y, por otro lado, proponer el Evangelio a nuestro pueblo. Para ello, tenemos que realizar una sana y necesaria “mirada pastoral autocrítica” a lo que venimos haciendo, pero no para estancarnos ni para ser derrotistas ni tirar la toalla. Sí, para ¡poner en pie nuevos agentes de pastoral para una nueva etapa misionera! Esto significa vivir en la alegría y en la esperanza del Resucitado. Y, al mismo tiempo, abrazar lo pequeño como una auténtica gracia.

Nos comprometemos, en este curso pastoral, a experimentar y hacer realidad la mística de estar y caminar juntos, favoreciendo y potenciando los equipos de trabajo y vida o, lo que es lo mismo, las fraternidades apostólicas de presbíteros, de consagradas, y de laicos. Se trata, en resumen, de que cada discípulo pueda gustar el “vino sabroso” del Evangelio y que el anuncio se haga creíble por el testimonio comunitario.

Tendremos que subrayar, al mismo tiempo, dos “espacios motivadores y sanadores”, como expresa Evngelii Gaudium n. 77: el Arciprestazgo y los monasterios de vida contemplativa. Ambas realidades ayudan a una pastoral de conjunto y a una renovación de personas y de comunidades.

No tenemos excusa ni apoyo para quedarnos en la instalación, en la mediocridad o en nuestros cansancios. Escribió con acierto San Agustín: “En la medida en que tú eres tu propio enemigo, también la Palabra de Dios es enemiga tuya. Sé tu propio amigo. La Palabra de Dios estará entonces en armonía contigo”.

En el corazón de Santa María de la Peña de Francia colocamos este curso pastoral 2015-2016, recordando que “hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia, porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en la revolución de la ternura y del cariño” (EG, 288). Todo un reto y una esperanza en este año de la Misericordia.

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

Agosto

ECOLOGÍA EN VERANO

El Papa Francisco acaba de publicar su Encíclica “Laudato si”, precisamente en las puertas del Verano. El resumen de toda la encíclica puede ser éste: ecología y humanidad caminan unidos. O, con sus propias palabras: “Un verdadero planteamiento ecológico se convierte siempre en un planteamiento social, que debe llevar a  escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los más pobres” (nn. 49: 53)…“Estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que Él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud” (n. 53).

Llama la atención que el Papa comience llamando a la Tierra, “la casa común, la hermana y la madre”, “clamando por el daño que la provocamos” (n.2), porque hemos crecido pensando que éramos propietarios, dominadores y autorizados a expoliarla. Hemos olvidado que nosotros también somos “tierra” (Gn 2,7), y que la violencia, que por el pecado anida en nuestro corazón, la proyectamos hacia la tierra.

Este tema de la Ecología no es una novedad en el magisterio papal: ya lo trató San Juan XXIII (Pacem in terris), Pablo VI (discurso a la FAO, de 1970), y San Juan Pablo II que nos llamó  a una “conversión ecológica global” y a hablar no sólo de ecología (término pagano que significa “mi casa”) sino de “ecología humana” (uniendo ya medio ambiente y humanidad). Finalmente, Benedicto XVI nos invitó a luchar contra los modelos de crecimiento que destruyen la tierra: ni el consumismo ni el creer que somos propietarios, ayudan a cuidar el medio ambiente.

Todos estamos unidos por la misma preocupación: católicos (de antes -como San Francisco de Asís o San Buenaventura- y de la actualidad como diversas conferencias episcopales), ortodoxos (como el Patriarca Bartolomé), o gentes de buena voluntad. Todos buscamos una ecología “integral”. El Papa Francisco nos hace una doble llamada: por un lado,  a buscar un desarrollo sostenible e integral (n. 13); y, por otro lado, a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el Planeta Tierra (n. 14).

¿Dónde se inscribe esta Carta Encíclica? – En el rico Magisterio Social de la Iglesia católica. Una anotación final necesaria: aunque cada capítulo pudiera parecer independiente, existen temas transversales que, una y otra vez, están latentes y patentes, constantemente replanteados y enriquecidos: Así, la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta; La convicción de que todo el mundo está interconectado; la crítica al modelo o paradigma meramente tecnológico y la a invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso; el valor propio de cada criatura y el sentido humano de la ecología; la necesidad de debates sinceros y honestos y la grave responsabilidad de la política local e internacional; y la lucha contra la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.

¡Bienvenida sea esta Encíclica que tanto bien hará a creyentes y no creyentes! ¡Puede ser una buena lectura para el verano! ¡Feliz y merecido descanso!

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

Junio

EVANGELIZACIÓN Y COMPROMISO DE CARIDAD

         Este año, el mes de Junio es el mes de Cáritas. Cumple 50 años en nuestra Diócesis. Cáritas tiene una identidad y misión propias: vertebrar la caridad diocesana. Es como la cabeza, el corazón,  y las manos de toda la Diócesis en favor de los más desfavorecidos. ¡Felicidades, Cáritas, por tus bodas de oro!

Me duele constatar que, entre nuestros cristianos, todavía hay quienes contraponen evangelización o celebración a compromiso de caridad. No es nuevo. También al papa Francisco le critican, por haber escrito Evangelii Gaudium, y le acusan que no entiende de economía ni de política, ni de los mecanismos del sistema neoliberal-capitalista. ¡Y vaya si entiende… y vaya si hace pensar lo que dice!

Como el papa Benedicto XVI, recuerda denuncia que estamos en una crisis “del hombre”, es decir, de la negación de lo humano para adorar al nuevo becerro de oro: el dios dinero. Por eso, el Papa Francisco nos invita a sustentar la vida en “lo esencial”, porque uno no se puede respetar a sí mismo ni a los demás cuando su vida se ha edificado sobre el tener, la mentira, la injusticia o la explotación. Sólo la verdad nos hace libres. El Papa nos hace dos preguntas: “¿En qué decidimos fundar nuestra vida personal?… Y, ¿cuál es nuestra actitud ante las necesidades del prójimo?”…

         El Papa Francisco os recuerda, con claridad y valentía, que el anuncio del Evangelio tiene necesariamente un contenido social. El Reino de Dios reclama un compromiso para transformar personas y estructuras sociales. ¿Y cuáles son los principales contenidos sociales del anuncio cristiano, de los que Cáritas se hace eco y trata de ponerlos en práctica?…

Recordamos algunos de ellos, que no son otra cosa que lo que llamamos “doctrina social de la Iglesia”: Los pobres son los primeros destinatarios del Evangelio, porque la opción por los más necesitados  no es algo sociológico o ideológico, sino teológico y espiritual. Al final, nos examinarán del amor (Mt 25).

La acción social de Cáritas, y de todas las personas y grupos cristianos, están al servicio de la liberación y promoción de los más pobres. Solidaridad es la decisión de devolver al pobre lo que le corresponde y defender sus derechos.

La opción por los últimos es signo de autenticidad cristiana. Tenemos que dejarnos evangelizar por los pobres. Es muy importante la atención amorosa, cercana, real y cordial a los necesitados. Aunque, a veces, el compromiso social y de caridad implica denuncia profética y dar la cara.

Finalmente, es necesario luchar contra las causas estructurales de la pobreza. Y, al tiempo, necesitamos cultivar una espiritualidad de la ternura; sin olvidar que los cambios necesarios en la sociedad sólo serán posibles desde un cambio de mentalidad y la vivencia de una profunda espiritualidad.

Conclusión: No se puede evangelizar al margen de los pobres, y en la belleza y alegría del Evangelio no puede faltar un signo: la opción por los últimos.

¡Gracias sinceras a todos cuentos trabajáis y gastáis vuestras vidas en el Campo de la Caridad, personas e instituciones diocesanas!

 

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

 

 

Hoja diocesana mayo

Madre de Misericordia

         Estamos en el Mes de Mayo. Mes de María, la Virgen. Este año, el Papa Francisco nos ha anunciado una buena noticia: el año de la Misericordia. Es cierto que comenzará en el mes de Diciembre pero deseo ya expresar algunas sugerencias para nuestra vida cristiana.

Afirma el Papa que Jesús el rostro de la misericordia de Dios Padre. Lo es con sus palabras, con sus gestos, con toda su persona. La pregunta nace también sincera: ¿No podemos decir lo mismo de María?… Más aún, el Santo Padre nos invita a experimentar en nuestra vida lo mismo que le aconteció al apóstol Mateo: “miserando atque eligendo” (“Le miró con misericordia y lo eligió”). Es también lo que expresó la Virgen en el Canto del Magnificat y es, igualmente, el lema elegido por el Papa en su Pontificado. Hagámoslo nuestro.

¿Por qué tenemos que vivir la misericordia? – Porque estamos llamados, como Jesús y María, a ser signos visibles de lo que Dios es en sí mismo: Amor y Misericordia. Y porque, como afirma el Papa, la misericordia es fuente de alegría, de serenidad y de paz. La misericordia sabe perdonar todo y va más allá de la mera justicia. En otras palabras: el misericordioso, trata a los demás como Dios nos trata a cada uno. Por eso rezamos en el Padre Nuestro que perdonamos como Dios nos perdona. Y, añadimos, amamos como Dios nos ama, y somos misericordiosos como Dios lo es con cada uno de nosotros.

¿Cómo podemos concretar la misericordia en nuestra vida cotidiana? – El Papa nos invita a vivir las obras de misericordia: siete materiales y siete espirituales. Las recordamos, porque son todo un programa existencial. Comenzamos por las materiales: dar de comer al hambriento; dar de beber al sediento; vestir al desnudo; acoger al forastero; curar enfermos; visitar presos; y enterrar a los muertos. Las obras espirituales son: dar consejo al que lo necesita; enseñar al que no sabe; corregir al que yerra; consolar al triste; perdonar las ofensas; soportar con paciencia las molestias de la vida y a los molestos; y rogar a Dios por los vivos y los difuntos. En definitiva, al final, se nos va a juzgar por cómo hemos practicado las catorce obras de misericordia (Mt 25, 31-46): “Lo que hicísteis con uno de éstos, lo hicísteis conmigo”, nos dirá el Señor. En nuestra tierra, no nos olvidemos de visitar y atender especialmente a los enfermos y ancianos.

Cuando contemplamos a los Santos, en cada uno de ellos vemos reflejada, hasta el heroísmo, alguna de las obras de misericordia. Y, en Jesús y María, el conjunto de todas ellas. Pidamos vivir así este mes de Mayo: que cada obra de misericordia sea como una flor preciosa ofrecida a nuestra Madre. Llenemos del buen olor de la misericordia nuestras familias, nuestras comunidades, nuestros pueblos y lugares de estudio o trabajo. Que el Espíritu Santo nos ilumine y ayude en esta buena y generosa tarea.

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

Hoja diocesana abril

Pascua y  elecciones

         Los ciudadanos españoles, a partir del mes de marzo de 2015, estamos convocados a diferentes elecciones. Como pastor, y con honestidad, me atrevo a resumir en cuatro puntos principales lo que se puede afirmar. Lo primero, la obligación moral de votar. La política es cosa de todos. En las democracias, el voto ciudadano es insustituible, aunque no sea la única forma de participación. No votar por dejadez, comodidad o simple negatividad, no es justificable. No hay que identificar, sin más, “democracia” con “partidos”; ni partidos con corrupción generalizada. La política, y el ser político, es una “altísima vocación” que busca el bien común (Evangelii Gaudium, n. 205).

Lo segundo, la iglesia católica que peregrina en España, ya desde la llamada “transición”, no apuesta por un partido concreto y determinado. En este sentido, los católicos militan en diversos partidos y votan, pluralmente, en conciencia y libertad.

En tercer lugar, ningún partido político, con sus programas, agota las exigencias del Evangelio ni de la Doctrina Social de la Iglesia. Por dicha razón, en cada momento histórico, y en cada elección (municipal, autonómica, general), los católicos deben leer y meditar los programas políticos y, al mismo tiempo, valorar a los políticos que los representan.

Y, finalmente, los obispos españoles siempre han recordado a los católicos cuáles son algunos de los principios y valores a los que no renunciamos: así, la defensa de la vida, desde su concepción hasta su final; la defensa del matrimonio, entre hombre y mujer, y de la familia; el derecho de los padres católicos a elegir formación religiosa, en la escuela, para sus hijos; la defensa de todos los derechos humanos, incluido el de sana libertad religiosa, en sus manifestaciones privadas y públicas; la búsqueda de la paz entre pueblos y del bien común; el diálogo y la reconciliación social; la lucha contra el fraude y la corrupción; la solidaridad entre las naciones ricas y pobres; y, el desarrollo integral de los más pobres y necesitados, aquí y fuera de nuestras fronteras, a los que el Papa Francisco se atreve a calificar de “sobrantes, invisibles y descartados sociales”. Una doble anotación final: por un lado, la iglesia no emite juicios políticos sino morales. Por otro lado, cuando firma Acuerdos con los Estados, no busca privilegios para sí, sino los medios y las maneras para mejor servir a la sociedad. Cuando se ataca o se ningunea el cristianismo, salimos perdiendo todos.

Tras la Semana Santa, entraremos en tiempo Pascual. Se nos regala un bello mensaje: ni el sufrimiento, ni el pecado, ni la muerte tienen la última palabra: es posible una sociedad nueva de hombres y mujeres nuevos. Dejemos que el Espíritu de Pentecostés nos renueve. Algunos de los frutos de dicho Espíritu son la paz, la concordia, la libertad, la alegría, la esperanza. La solidaridad y la fraternidad. Necesarios más que nunca. ¡Feliz Pascua de Resurrección!

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo.