Navidad es fraternidad y solidaridad
En esta Navidad, “la de la crisis”, el Señor nos pide reconocerle en cada hermano que vive a nuestro lado; él es la huella única, misteriosa y sagrada de Dios mismo. El otro, mi hermano, es para mí un sacramento e imagen del Dios Personal y Vivo. Aún más: el hermano más pobre y necesitado es la misma carne que la del Hijo de Dios hecho hombre hace más de dos milenios, y es la misma carne de Jesucristo sacramentado y presente cada día en la Eucaristía; y es “mi propia carne”.