En las Clarisas y en las Franciscanas

Raúl Berzosa: «San Francisco de Asís, Santa Teresa y el Papa Francisco, nos repiten y muestran con su vida que la existencia más plena y gozosa es la dedicada a los demás, especialmente a los más necesitados»

Queridos hermanos sacerdotes, querida comunidad, queridos todos:

Agradezco muy sinceramente esta oportunidad que se me ha otorgado de presidir esta celebración, en el día grande de San Francisco. Deseo unir tres realidades: San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús y el Papa Francisco, bajo el tema “fraternidad y pobreza”. No por casualidad sois llamadas “damas e hijas pobres”.

Si me pedís que resuma, dentro de la más sana tradición católica, cómo afrontar el tema de la pobreza, y siempre en relación a la comunidad, lo haría con una especie de brújula señalando a modo de cuatro puntos cardinales:

Norte, es pobre de verdad quien ha descubierto a Dios como su único y principal tesoro, y por quien, como se narra en el Evangelio, ha vendido y dejado todo lo demás.

– Sur, es pobre quien vive el estilo del evangelio, como lo vivieron Jesucristo y los primeros discípulos.

Este, es pobre quien pone todos sus bienes y sus dones al servicio de una fraternidad, de una comunidad.

– Oeste, es pobre quien está al servicio y donación de los más pobres y necesitados.

San Francisco de Asís, Santa Teresa y el Papa Francisco, nos dan ejemplo de todo ello. Por eso, permitidme que, brevemente, en forma de decálogo, haga un parangón entre los tres:

San Francisco de Asís, Santa Teresa y el Papa Francisco, cada cual en su tiempo, han luchado, en primer lugar, en favor de los marginados, de los “descartados y sobrantes” de su tiempo. San Francisco, en favor de los laicos. Santa Teresa, especialmente en favor de la mujer. El Papa, a favor de los pobres, del Norte y del Sur. Y, todos, como se afirma en Evangelii Gaudium (nn. 186-216), para conseguir la inclusión e integración social de los más marginados y excluidos.

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Curso Pastoral 2015-2016

IMG_2001Raúl Berzosa: » Necesitamos vivir en los pueblos y pisar sus calles, tocando la vida de la gente; estar con los ojos abiertos y mirar la vida de los nuestros como el Señor nos mira».

Queridos hermanos sacerdotes, queridas consagradas, queridos laicos cualificados en las diversas tareas diocesanas, queridos todos:

        En el mes de Junio pasado, en un encuentro con el Colegio de Arciprestes, realizamos una revisión del curso. Allí se destacó que, lo que más nos ayudó en el año pastoral pasado, fueron los momentos de oración (personal y compartida), el estudio y diálogo sobre Evangelii Gaudium, las Propuestas de la Asamblea Diocesana, y los propios encuentros arciprestales (ordinarios y más extraordinarios con la presencia del Obispo y el Vicario de Pastoral). Sin olvidar la experiencia de las Catequesis de la Comunidad.

A la pregunta obligada, “¿qué nos ayudaría más en el futuro?,” se respondió, con gozo, que el seguir conociendo el Evangelio, y el centrarnos en el Evangelio en los retiros arciprestales, porque puede remover nuestras vidas y, desde ahí, podremos mirar a nuestras gentes como Jesús. Al mismo tiempo, debemos cuidar las celebraciones de la Eucaristía, y continuar con los encuentros de la Palabra, denominados “Catequesis de la Comunidad”; siempre realizados con esmerada preparación y dedicación. Finalmente, se insistía en forjar comunidades que ofreciesen vida, y no sólo ritos, costumbres o servicios religiosos. Tenemos que vivir más fraternalmente.

Se matizaba que no nos creamos ni seamos una especie de élite superior o desencarnada de nuestro ambiente: somos “con y para los demás”; somos Pueblo, al estilo de Jesús: cercanos, humildes, servidores; firmes, discretos, transparentes, respetuosos, fraternos, sobrellevándonos con amor… Nos debemos a los demás; ésa es la vida propia del discípulo misionero. Necesitamos vivir en los pueblos y pisar sus calles, tocando la vida de la gente; estar con los ojos abiertos y mirar la vida de los nuestros como el Señor nos mira. Necesitamos reconocer que en cada persona está Dios y todos son dignos de nuestra entrega. Tendremos que prestar atención especial a los enfermos, a los solos, y a los más necesitados, compartiendo con ellos nuestro tiempo y hasta nuestros bienes si fuere necesario. Tenemos que orar la vida de las personas, y orar con y para ellos; y buscar el modo de atraer a nuevos participantes en nuestros encuentros y a los alejados. Sin olvidar el potenciar siempre los equipos apostólicos y las fraternidades.

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Bodas de plata de Sor Carolina Manríquez

Raúl Berzosa: «La alegría no se alcanza por atajos fáciles que eviten renuncias, sufrimientos o cruz, sino que se encuentra padeciendo trabajos y dolores»

Queridos hermanos presbíteros; querida comunidad de Franciscanas y, especialmente, querida sor Carolina; queridos todos:

Estamos celebrando la Eucaristía, la acción de gracias por excelencia en la vida cristiana. Hoy, de manera muy singular, agradeciendo los 25 años de vida consagrada de Sor Carolina. A ella, y a esta muy querida comunidad de Franciscanas, dirijo estas palabras, nacidas del corazón.

En la primera lectura, de la Carta a los Filipenses, el Apóstol Pablo ha expresado algo muy bello: “Lo perdí todo con tal de ganar a Cristo”. Lo mismo que Sor Carolina expresó hace ya 25 años. Por eso, ella y todos nosotros, con el Salmo 33, hemos cantado:”Gustad y ved qué bueno es el Señor”. Y, lo más importante, hoy, Sor Carolina, ha sentido muy suyas las palabras de Jesús en el Evangelio de San Juan: “Vosotros sois mis amigos porque hacéis lo que yo os mando”. ¡Enhorabuena, Sor Carolina! ¿Qué te quiero regalar en este día tan especial? – Lo que el papa Francisco nos ha venido recordando desde el inicio de su pontificado. El Papa viene pidiendo a los consagrados tres cosas: lo primero, vivir con la alegría de sentiros llamados y consolados, con ternura, por el Señor. Lo segundo, no tener miedo a sufrir la cruz en la misión encomendada. Y, lo tercero, no descuidar la oración porque la evangelización se hace de rodillas y ése es el secreto de la fecundidad de la vida apostólica.

También, en este año jubilar teresiano, que estamos a punto de concluir, el Papa Francisco envió una carta al obispo de Ávila, D. Jesús. Le hablaba de la identidad de la vida cristiana y de la de especial consagración. Como un “peregrinaje”. La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de toda la vida y obra de la santa andariega. ¿Por qué caminos quiso llevar y quiere llevarnos el Señor hoy, siguiendo las huellas de santa Teresa? – El Papa nos recordó cuatro senderos teresianos: el camino de la alegría, el camino de la oración, el camino de la fraternidad y el camino del propio tiempo. Los recordamos brevemente.

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Virgen de la Peña de Francia

La parroquia de San Andrés también honró a la Virgen. Ciudadrodrigo.net
La parroquia de San Andrés también honró a la Virgen. Ciudadrodrigo.net

Raúl Berzosa: «Con ella, como Madre, superaremos hasta las fatigas del corazón y las noches oscuras de la fe”

Muy querido P. Angel y padres dominicos, queridos todos, los serranos de esta comarca y los allegados, sobre todo, los de Salamanca y Ciudad Rodrigo:

¡Feliz cumpleaños a todos!  Como ya me he expresado en alguna otra ocasión, este día es para nosotros, como el cumpleaños comunitario al celebrar la fiesta de nuestra Madre, la Virgen de la Peña de Francia. Y, cuando en familia, nos reunimos a festejar el cumpleaños de una madre, en el corazón de los hijos siempre hay dos preguntas: “¿Cómo es nuestra Madre?… Y, ¿qué nos pide hasta el próximo año que nos juntemos a celebrar dicho cumpleaños?»

¿Quién es Nuestra Señora de la Peña de Francia?… Os confieso que, a raíz de la publicación del libro “La Montaña dorada”, del escritor Raúl Rentero Mateos, me puse a investigar sobre la historia de esta imagen y de este santuario. Brevemente, os regalo algo de lo que descubrí y, que sin duda, ya sabéis la mayoría de los presentes. Nos hará bien recordarlo.

Todo comienza, más o menos, en el año 751: Muza Ben Nuzair, jefe de los Omeya, invade estos territorios serranos con un potente ejército árabe. Los cristianos, entierran sus imágenes en esta montaña para no ser destruidas ni profanadas. Entre estas imágenes,  la de Virgen.

El siguiente capítulo nos lleva a París. Hacia el año 1418, Simón Roland, un joven arrepentido de su vida pasada y en busca del verdadero amor, tras una confesión de toda su vida, emprende el camino de Santiago para encontrar sentido a su nueva existencia.

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Día de la Asunción

Raúl Berzosa: «La Madre de Cristo y de la Iglesia está siempre con nosotros. Siempre camina con nosotros».

Queridos hermanos sacerdotes, queridas consagradas, queridos todos:

¡Es el día de la Asunción de nuestra Señora a los cielos! Podemos concentrar el mensaje que contienen las lecturas litúrgicas de hoy, en tres palabras claves: lucha resurrección, y esperanza. De alguna manera, el Papa Francisco, también lo hizo así en alguna ocasión.

En la primera lectura, tomada del libro del Apocalipsis, se nos presenta la lucha entre la mujer y el dragón. La mujer representa a la Iglesia y aparece, por una parte, gloriosa y triunfante y, por otra, con dolores de parto. Así es la Iglesia: si en el Cielo ya participa de la gloria de su Señor, en la historia vive continuamente las pruebas y desafíos del conflicto entre Dios y el mal, entre Dios y el maligno, ese enemigo diabólico de siempre, y que realmente existe. En esta lucha que los discípulos de Jesús hemos de sostener, la Virgen María nos acompaña y no nos deja solos; la Madre de Cristo y de la Iglesia está siempre con nosotros. Siempre camina con nosotros. E incluso, ella, María, participa en cierto sentido de esta doble condición porque ha entrado definitivamente en la gloria del Cielo, pero esto no significa que se separe de nosotros; la Virgen María, por el contrario, nos acompaña, lucha con nosotros, y nos sostiene en el combate contra las fuerzas del mal. La oración con María, en especial el Rosario, tiene también esta dimensión «agonística», es decir, de lucha; esuna oración que sostiene en la batalla contra el mal y contra el maligno.

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