Raúl Berzosa: «El presbítero es un “siervo de amor”, es un “capitán del castillo interior o de la ciudad de Dios»
Queridos hermanos sacerdotes, queridos seminaristas, queridas consagradas, queridos todos:
Celebramos el día del Seminario, de nuestro Seminario. Con motivo de San José, nuestro patrono, este año, el Papa Francisco, nos ha sugerido un tema muy teresiano: “Señor, ¿Qué mándáis hacer de mí?”… En resumen, se trata de dejarnos mirar por el Señor, como Santa Teresa, y escuchar qué quiere de nosotros, especialmente de los sacerdotes. Permitidme unas breves reflexiones a la luz de la figura de Santa Teresa y de San José.
Desde la vida de Santa Teresa de Avila, redescubrimos que el presbítero es un “siervo de amor”, es un “capitán del castillo interior o de la ciudad de Dios”. Pero para vivir todo ello, con realismo, y no en teoría, tiene que “experimentar el espíritu de la verdadera pobreza, en dos dimensiones: llenarse de Dios y estar muy cerca de los sufrientes y de los pobres”. En cierta manera, San José, como nos ha recordado muchas veces el Papa Francisco, va “delante, en medio, y detrás del Pueblo de Dios”, como tienen que hacer los verdaderos pastores.
Además, como es bien conocido, Santa Teresa profesó una gran devoción a San José, a quien Dios le confió el cuidado del primer y verdadero sacerdote, Jesucristo, nuestro Señor, y de cuidar de su esposa, María, la Virgen. La Santa de Avila nos recuerda que la figura de San José sigue siendo actual.
San José es el intercesor privilegiado de las vocaciones. En todas las porterías de los carmelos, está la imagen de San José. Al hilo de esto último, San José nos habla de una paternidad que no es solamente biológica, sino espiritual y universal. Una paternidad como la que expresaba el apóstol Pablo: “Yo os he engendrado por el Evangelio en Cristo Jesús”. A ello estamos llamados los presbíteros.