Convivencia navideña de sacerdotes

Raúl Berzosa: «¡Que no nos roben esta santa y sana alegría y ni la esperanza ni el Evangelio, como nos repite el Papa Francisco!»

DSC_0277Querido D. José, muy queridos hermanos sacerdotes:

¡Qué alegría poder compartir con vosotros esta Jornada de convivencia sacerdotal en los días alegres de la Octava de Navidad, en la fiesta del Apóstol San Juan, el discípulo amado de Jesús! La primera lectura, precisamente tomada del Apóstol San Juan nos invitaba a anunciar, sin miedo y sin complejos, “lo que hemos visto y oído”. Curiosamente, el anuncio del que nos hablaba el evangelio, no era el de un Niño recién nacido sino el de Jesucristo resucitado. Nacimiento y resurrección se complementan necesariamente en el único misterio de Jesucristo. De cualquier forma, con el Salmo 96, hemos cantado que estamos “alegres”. ¡Que no nos roben esta santa y sana alegría y ni la esperanza ni el Evangelio, como nos repite el Papa Francisco!

Dejando las lecturas del día, y aplicándolo a nosotros, presbíteros y como presbiterio, deseo recordaros lo que el Papa Francisco, el día 22-12-2014, dijo a los dirigentes y miembros de los diversos dicasterios, consejos, oficinas, tribunales y comisiones que componen la Curia Romana. Pueden servirnos, como examen de conciencia para nuestro presbiterio diocesano. Los invitó «a ser un cuerpo que intenta día tras día ser más vivo, más sano y armonioso, y más unido entre sí y con Cristo». Y para ello el Santo Padre, con franqueza paternal señaló algunas de las tentaciones que es necesario combatir porque estamos llamados a mejorar y crecer en comunión, santidad y sabiduría para realizar plenamente nuestra misión. Y sin embargo, como cada cuerpo, también estamos expuestos a enfermedades y debilidades. El Santo Padre mencionó algunas de las más frecuentes. Son tentaciones que debilitan nuestra vocación de servidores.

1 – La enfermedad de sentirse “inmortal”, o inmune o incluso indispensable, dejando de lado los controles necesarios y normales. Una Curia (o un presbiterio) que no es autocrítico, que no se actualiza, que no intenta mejorarse es un cuerpo enfermo… Es la enfermedad del rico insensato que pensaba vivir eternamente y también de aquellos que se convierten en amos y señores de lo suyo y se sienten superiores a todos y no al servicio de todos. Se “sirven de”, en lugar de “servir a”…

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Misa de Navidad

Raúl Berzosa: «¡Es Navidad! Tenemos que ver las cosas no con nuestros ojos, sino con los ojos de Dios»

Queridos hermanos sacerdotes, queridas consagradas, queridos todos:

¡Es Navidad! Hace más de dos mil años, el Hijo de Dios se hizo carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre, tierra de nuestra tierra, historia de nuestra historia. Y, el mismo Hijo de Dios, cada día sigue naciendo en la Eucaristía y en cada uno de nuestros corazones si le dejamos entrar.

Este año he elegido como felicitación, una preciosa frase del Papa Francisco: María hizo de una cueva, la Casa de Dios. Hagamos de nuestras cuevas, personales y comunitarias, la casa y la cuna donde nacerá de nuevo el Señor. Para que esto sea realidad, tenemos que sentirnos como niños y “pobres”. Niños, para admirarnos del misterio; pobres, para que tenga cabida el Señor.

El Papa Francisco, en su exhortación Evangelium Gaudii, en su número 197, escribe: “El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que Él mismo se hizo pobre (2 Cor 8,9). Todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres. Esta salvación vino a nosotros a través del “sí” de una humilde muchacha de un pequeño pueblo en la periferia de un imperio. El Salvador nació en un pesebre, entre animales, como lo hacían los hijos de los más pobres”…

Actualizo las palabras del Papa Francisco: Dios nos ama especialmente a los más pobres, a los que estamos, geográficamente, alejados de la gran ciudad. Viene a nosotros si, como María, sabemos decir “sí” a dejarnos amar y mirar por Él. Pero esto nos cambiará la Vida, porque nada hay más fecundo y revolucionario que sentirnos amados por Dios.

Las lecturas de hoy cantaban, con el profeta Isaías, que hasta los confines de la tierra verán la victoria de nuestro Dios. El Salmo 97, cantaba esa misma victoria de Dios. Porque, como hemos leído en la carta a los Hebreos, cumplido el tiempo, Dios mismo nos ha hablado en su Hijo. Así lo confirmaba el Evangelio de San Juan: la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

Dentro de unos momentos, además de comulgar el Cuerpo y la Sangra de Cristo, besaremos al Niño. Este es el doble compromiso de la Misa de hoy: comulgar, es decir, dejar que Dios entre en mí, en lo profundo. Y besar su imagen, que es tanto como besar al hermano que tengo a mi lado: al de sangre y a l de fe; al amigo y al desconocido; al que nada le falta y al que nada tiene.

¡Es Navidad! Tenemos que ver las cosas no con nuestros ojos, sino con los ojos de Dios. Sentir con su corazón y hacer con sus manos.

¡Es Navidad! ¡Que se note en tu vida! Y, de nuevo con palabras del Papa Francisco, que nadie te robe la alegría y la esperanza de vivir! Así se lo pedimos al Espíritu, fuente profunda de la alegría, y a María, madre de la alegría.

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

Día de la Inmaculada

Raúl Berzosa: «No hay existencia más triste, más deprimida y más aburrida y monótona, que aquella en la que Dios no está presente»

Muy queridos hermanos sacerdotes, queridas consagradas, queridos todos:

Estamos celebrando la Inmaculada Concepción de María. En las lecturas de este día, se nos ha vuelto a recordar el inicio de la historia de Salvación, narrada por el libro del Génesis, y en el que ya se anuncia el papel de María. Por eso, con el salmo 97, nos hemos unido al canto de alabanza al Dios de todos los dones, por parte de María Virgen. Gracias a María, que nos dio a luz al Hijo de Dios, se hizo patente que fuimos predestinados para la gloria de Dios, antes de la creación del mundo, como hemos leído en la segunda lectura de la Carta a los Efesios. Y el Evangelio de San Lucas nos ha narrado la alegría de María, la llena de Gracia, al recibir la buena noticia de su maternidad.

A la luz de estas lecturas, ¿cómo actualizar el mensaje que encierra la Inmaculada para nosotros? – Permitidme que os recuerde algo de lo que, magistralmente, el Papa Benedicto XVI nos regaló en el año 2012.

Virgen Inmaculada recuerda, en primer lugar, el saludo del ángel Gabriel, cuando llama a María “la llena de Gracia”. En griego, la palabra “Jaris” (gracia) tiene la misma raíz lingüística que la palabra “alegría”. Y nos revela la clave de la fuente de la alegría profunda de la Virgen: su alegría proviene de la estar en gracia de Dios; es decir, de estar en comunión profunda con Dios, de tener una relación vital con Él, de ser morada del Espíritu Santo. Por eso, ella está habitada por Dios y se deja trabajar, como criatura, por Dios.

El Papa Francisco nos viene repitiendo a los cristianos de hoy que “nadie nos robe la alegría”. Es tanto como decir que nadie nos robe, de nuestras vidas, al Señor. No hay existencia más triste, más deprimida y más aburrida y monótona, que aquella en la que Dios no está presente. Porque en la vida, cuando no existe la dimensión trascendente, enseguida “tocamos techo”, enseguida nos volvemos miopes y nos convertimos en hombres y mujeres de metas muy cortas. Cuando Dios no nos habita, nos carcome el dinero, el poder, el placer y otras metas pequeñas y efímeras.

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Funeral D.Francisco Hernández

Raúl Berzosa: «No estamos celebrando el final de nada ni de nadie. Sí la despedida a una forma concreta de relacionarnos con él, hasta que volvamos a encontrarnos»

        Queridos hermanos sacerdotes, los diocesanos y los de Salamanca, queridos residentes y personal cualificado de esta casa sacerdotal, queridos todos:

Estoy contento de estar, una vez más, entre vosotros, aunque, en esta ocasión, el motivo sea, en parte y humanamente, triste: el “hasta luego”· a nuestro entrañable D. Francisco. Porque no estamos celebrando el final de nada ni de nadie. Sí la despedida a una forma concreta de relacionarnos con él, hasta que volvamos a encontrarnos, si Dios quiere, en el cielo.

Os confieso, hermanos diocesanos, que tenía intención real de venir a visitaros muy pronto, como en años anteriores. ¡La providencia ha adelantado el encuentro comunitario en torno a esta Eucaristía!

Ayer por la mañana, estando en Valladolid, en reunión de Obispos y Superiores Generales, me llegaba la noticia: D. Francisco ha fallecido. En tiempo de Adviento, cuando toda la Iglesia canta “!Ven, Señor! Y ¡El Señor Viene!(Maran athá). En verdad, la vida cristiana y sacerdotal es como un peregrinaje, un éxodo, siempre avanzando en el camino de la arena de la historia para encontrarnos con el Dios Vivo que continuamente está viniendo, que es Adviento. Esto lo creía y lo vivía profundamente D. Francisco.

Fue ordenado sacerdote el 27 de mayo de 1955 por el obispo D. Jesús Enciso, cuando se celebraba en la Diócesis el Congreso Eucarístico Comarcal de la Fuente de San Esteban. Ejerció como ecónomo, en 1955, en las parroquias de Sexmiro y Martillán. Emigró misionero a Argentina, donde fue nombrado Director Espiritual del Seminario Menor en el que estaba de Rector D. Juan Manuel Jorge, diocesano y residente hoy en esta casa sacerdotal.

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Homilía San Cayetano

Raúl Berzosa: «Vivir con austeridad, ser de verdad hermanos unos de otros, la coherencia de vida y, sobre todo, el amor apasionado a Jesucristo»

misa_3Queridos formadores, queridos seminaristas, queridos papás y familiares, queridos profesores y trabajadores de esta casa, queridas consagradas de Marta y María, queridos todos:

Un año más celebramos a nuestro patrón, San Cayetano. En otras ocasiones hemos recordado que fue un santo napolitano, que vivió en el s.XV, y muy preocupado por sus hermanos sacerdotes. Fundó la orden de los Teatinos. Como claves de su espiritualidad destacaron: el amor a la eucaristía, la devoción a la Virgen y la fraternidad apostólica.

¿Qué mensaje nos dejaría el santo en este día?… Me fijo en dos realidades: las lecturas de hoy y algunas palabras magistrales que nos legó el Papa Benedicto XVI, precisamente a los seminaristas, en el año 2007.

En cuanto a las lecturas, en la primera, del libro del Apocalipsis, se nos invita a no ser pesimistas ni derrotistas ante el tema del mal. Hasta los grandes imperios, como Babilonia, se derrumbaron y cayeron. Sólo permanecen de pie las cosas de Dios. En el salmo 99, se nos invita a participar en el banquete de las bodas del Cordero. Se puede traducir por participar plenamente en la Eucaristía que estamos celebrando. ¡Tenemos mucha suerte al poder celebrar cotidianamente la Eucaristía! El Evangelio, de San Lucas, en tono apocalíptico, nos descubre una verdad doble: de la misma manera que el Señor vino un día, en cuerpo y sangre, vendrá de nuevo y definitivamente como juez. Nos invita a tener presentes las tres navidades: la primera, hace más de dos mil años; la segunda, la del final de los tiempos. La tercera, la de cada día en la Eucaristía, donde Jesús nace de nuevo sacramental y realmente.

Dejamos las lecturas de hoy. Las anunciadas palabras del Papa Benedicto XVI, en febrero de 2007, fueron las siguientes: aunque era consciente de que la vida de los seminaristas de hoy no se puede comparar a la que él vivió en Baviera (Alemania), sin embargo algunas claves siguen siendo válidas. Destacó, sobre todo, vivir la Eucaristía, practicar la oración, el amor a la Sagrada Escritura, la amistad con los sacerdotes y la entrega a la gente. Todo ello, nos recordó el Papa Benedicto, no es fácil ni cómodo; comporta esfuerzo y cruz, sacrificio y generosidad.

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