Homilía funeral Angelita Mansilla

Raúl Berzosa: «Era una mujer sencilla, muy amable y volcada con todos los sacerdotes y con un grandísimo amor a Ciudad Rodrigo»

Queridos hermanos sacerdotes, queridos todos: la noticia del fallecimiento de nuestra querida Angelita me llegaba, desde Burgos, el día de Todos los Santos, por la tarde-noche. Y se me anunciaba que el funeral iba a ser el domingo, día de todos los difuntos, en la parroquia de Santa Agueda, ya que vivió, en los últimos años, en la Residencia Sacerdotal de la Diócesis de Burgos.

El Día de Difuntos, en esta misma Catedral, pedimos por todos nuestros seres queridos y, especialmente, por ella.

¡Qué providencial que falleciera justamente el día de todos los santos! Una mujer, sencilla, muy amable y volcada con todos los sacerdotes, según se la recuerda. Y con un grandísimo amor a Ciudad Rodrigo. En verdad, D. Demetrio tuvo mucha suerte: 24 años acompañado por una hermana tan ejemplar.

La primera lectura de hoy, tomada de la carta a los Filipenses, nos hablaba de que Jesucristo se rebajó hasta someterse a una muerte de cruz. Y por eso Dios lo levantó. Así fue la vida de Angelita: vivir sirviendo, sin hacer un proyecto de vida propio. El Señor, después de una vida centenaria, la habrá levantado para escribir su nombre en el libro de La Vida para siempre. ¡Lo único importante!

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Año Jubilar Teresiano (Homilía MM. Carmelitas)

DSC_0231Raúl Berzosa: «Casi medio milenio después de su muerte y medio milenio completo desde su nacimiento, Santa Teresa sigue siendo muy actual para nosotros»

Queridos hermanos sacerdotes, especialmente D. César, D. Rafael y D. José María coordinadores de este año teresiano, querida comunidad de madres carmelitas, queridos todos:

La primera lectura de hoy, del libro del Eclesiástico, la podemos aplicar plenamente a Santa Teresa: Dios la llenó de verdadera sabiduría e inteligencia. Porque, como hemos escuchado en el Evangelio de San Mateo, ella fue mansa y humilde de corazón. Y, por eso, con el Salmo 88, pudo contar a sus hermanas las maravillas de Dios y alabar al Señor, con autenticidad, en medio de la Asamblea.

Celebramos hoy la fiesta de Santa Teresa y, con ello, el inicio del año jubilar. Teresa  “la grande”, la apasionada de Jesucristo. “Para vos nací”, solía repetir. Por eso, tan importante y decisivo es hablar de “Teresa de Jesús” como del “Jesús de Teresa”. Y, por eso, podemos exclamar, en verdad, que casi medio milenio después de su muerte y medio milenio completo desde su nacimiento, Santa Teresa sigue siendo muy actual para nosotros.

Los tiempos de la Santa, como los nuestros, fueron tiempos recios y turbulentos. La iglesia de entonces necesitaba, como la de hoy, hombres y mujeres que vivieran con autenticidad, con reciedumbre, con vigor y como savia y vino nuevos. Y el Espíritu suscitó una pléyade de santos: Juan de Dios, Pedro de Alcántara, Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Francisco de Borja, Juan de Avila, Juan de la Cruz, Carlos Borromeo, Tomás de Villanueva, Juan de Ribera, Angela de Mérici, José de Calasanz… Porque sólo  los santos son  capaces de orientarse y superar las crisis, sociales y eclesiales, por muy fuertes que parezcan serlo.

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Curso 2014-2015

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Raúl Berzosa: «Sólo el que ha tenido experiencia de Dios puede hablar de Dios»

 

Muy queridos hermanos sacerdotes, muy queridas consagradas, muy queridos todos:

Os hablo todavía bajo el impacto vivido en Monterrey (Mexico) durante la semana pasada. Un Retiro para más de más de 900 sacerdotes, por un lado y, otro, para más de 500 laicos. Con un denominador común: la conversión sincera a nuestro Señor Jesucristo. He sido testigos de verdaderas y profundas conversiones de vida, especialmente entre los sacerdotes, y de la presencia viva de Jesucristo y de su Espíritu, en una Iglesia joven y misionera.

Si me lo permitís, doy gracias esepcialmente a Dios por haber conocido al obispo agustino, Mons. D. José Azcona, sirviendo en una Prelatura territorial brasileña, en plena selva Amazónica. Amenazado de muerte, desde hace años,  por denunciar a los traficantes de mujeres. Con sus 74 años, es un testigo coherente y apasionado de Jesucristo. En resumen, he vuelto a revivir la catolicidad y la presencia de hombres y mujeres llenos de eso que la Palabra de Dios denomina como “parresía” o la valentía apostólica de vida y de predicación, que sigue regalando el Espíritu Santo.

Nos situamos aquí y ahora. Comenzamos un curso pastoral nuevo, dentro de la post-asamblea diocesana, y marcado por el mensaje de Evangelii Gaudium del Papa Francisco, como os he recordado hace algunos momentos en el Hospital de la Pasión. Por eso me permito ser breve en este sábado,  en el que la Iglesia celebra la memoria de San Vicente de Paul. Felicidades, hijas de la Caridad por tanto bien como hacéis a nuestra Diócesis.

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Homilía Funeral D. Francisco de Dios

Raúl Berzosa: «D. Francisco no se quedó nunca atrás en generosidad y respuesta; hasta donar, incluso, la propiedad del castillo, que es identidad, paradigma y tesoro de este noble pueblo»

Muy queridos hermanos presbíteros, queridos familiares de D. Francisco, queridas autoridades, querida comunidad de Madres Agustinas, querida Cofradía del Cordero, queridos todos, los de aquí y los llegados de lejos, movimos por el afecto y la estima sincero a D. Francisco:

Antes de ayer, por diversos cauces, me llegaba la alarmante noticia referente a la salud de nuestro querido D. Francisco. Ayer, al mediodía, le visité en el Hospital Virgen de la Vega. El capellán, D. Isidoro, le acababa de impartir la Unción de Enfermos. Hablé con su familia. No había mucha esperanza de recuperación. Y, por la tarde, se confirmó la triste noticia: D. Francisco volaba al cielo, al encuentro con el Señor y con su familia, de la que siempre tenía a gala hablar muy bien de ella. El sacerdote más longevo de la Diócesis, “en activo” (ahora era capellán de la Madres Agustinas) nos dejaba, a sus 92 años.

El Señor, dueño de la vida y de la muerte, se lo llevó en el día de Santa Mónica, las vísperasde la memoria de nuestro Padre San Agustín. Toda la vida del santo se puede resumir en una palabra: Vida. Toda su existencia fue un tratar de encontrar la Vida verdadera, la que no tiene fin. De ahí su tortuosa juventud, su búsqueda de filosofías y formas de vida auténticas y plenas, hasta que, al final, encontró el secreto y el arte de vivir: ser otro Cristo, ser“evangelio viviente”, para ver con los ojos de sentir, sentir con su corazón y hacer con sus manos. Lo hemos escuchado en la Primera Lectura de hoy de la Carta a los Corintios: por Cristo hemos sido enriquecidos en todo. Por eso, como hijos agradecidos, con el Salmo 144 hemos cantado que bendeciremos el nombre de Dios por siempre. Porque Él es nuestro verdadero rey. Y, finalmente, el Evangelio, con su frase “estad preparados”, no quisieran que sólo resonara como una melodía para la otra vida, sino como un estar despiertos a lo que el Señor nos vaya revelando y regalando en el curso de nuestra historia; a veces, cuando y donde menos lo esperamos.

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Solemnidad de la Asunción

Raúl Berzosa: «En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes»

Queridos hermanos sacerdotes, especialmente los miembros del Cabildo, queridas consagradas, queridos todos:

Un año más, la Virgen nos permite celebrar uno de sus grandes misterios: su Asunción a los cielos. Ella nos precede en nuestro peregrinar y nos alienta a imitarla para poder estar con Dios y con ella para siempre.

La primera lectura, tomada del libro del Apocalipsis, nos recuerda quién es esa mujer vestida de sol, llevando la luna por pedestal. En el salmo 44 hemos recitado que María, como reina, está a la derecha de Dios. La segunda lectura, del apóstol San Pablo a los Corintios, nos ha recordado que María es la primicia de lo que nos sucederá a todos nosotros. Y, con el Evangelio, nos hemos atrevido a cantar el Magnificat, porque el Señor ha hecho maravillas en la Virgen y en cada uno de nosotros.

Dejando las lecturas del día, y como si fueran dos caras de una misma moneda, en esta ocasión voy a fijarme, por un lado, en el misterio de María y, al mismo tiempo, os voy a transmitir un mensaje para nuestra vida. Todo ello, siguiendo el sugerente magisterio del Papa Francisco.

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