Raúl Berzosa: «Pidamos nuevas y santas vocaciones a la vida de especial consagración, al sacerdocio y a un laicado comprometido»
Queridos hermanos sacerdotes, especialmente D. César (buen capellán de esta casa), queridas hermanas y madres carmelitas, queridos todos:
¡Qué suerte tenemos en esta Vigilia de la Fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote! Hemos podido traer las reliquias de San Juan de Avila, para ganar las indulgencias del Jubileo. Algunos me han preguntado: “¿Por qué viene, de víspera, al Carmelo San Juan de Avila?” – La respuesta es histórica y, a la vez actual: – Por la estrecha relación entre el santo y Santa Teresa de Avila. Ambos coincidieron, providencialmente, en el tiempo.
Para entender su relación, tenemos que recordar, en primer lugar, que Santa Teresa fue acusada, por Francisco de Salcedo o el Maestro Gaspar Daza, de que los fenómenos místicos que la sucedían no eran de Dios sino diabólicos. Ella, para no equivocarse, quiere consultar a diversos confesores y hombres santos y sabios de su tiempo. Entre ellos, a San Juan de Avila, “hombre que entendía mucho de oración”.
La Santa escribe a San Juan de Avila, enviándole incluso el libro de su Vida, cuando éste estaba ya muy enfermo y retirado en Montilla. Las palabras del predicador fueron siempre de aliento hacia la gran santa: “que continúe lcon su obra apostólica de fundaciones y quede tranquila en lo que se refiere a su vida espiritual… “porque el Señor recibe mayor servicio de la peregrinación de ella que del encerramiento en la celda… para lograr que las ánimas no se aparten de los abrazos continuos del Señor, que tanto trabajó por ellas”.