Raúl Berzosa: «No soy pesimista. No puedo serlo. Porque el secreto más profundo de nuestro ser y de nuestra misión no es nuestro sino de Dios: es el Espíritu Santo quien guía nuestros pasos»
Bajo el lema ‘Dios espera algo de ti…deja tu huella’, se ha inaugurado este lunes 19 de septiembre el curso académico 2016-2017 en el Seminario San Cayetano de Ciudad Rodrigo.
En total, 35 alumnos cursarán sus estudios en esta institución en los diferentes cursos que van desde primero de ESO hasta segundo de bachillerato.
El lema elegido para este año tiene que ver con el mensaje que el Papa Francisco envió a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Cracovia el pasado verano y en la que les pedía que se pusieran en movimiento.
Alrededor de la mitad de os profesores de este centro son sacerdotes pero el resto son laicos comprometidos con la institución. Este curso hay caras nuevas y se incorpora como formador Miguel Ángel García y como profesor Javier Oliva.
La inauguración del curso se hizo con la celebración de una Eucaristía en la capilla del Seminario, presidida por el obispo de la diócesis, Mons. Raúl Berzosa. A continuación, se recogen sus palabras:
Querido Sr. Rector y formadores, queridos profesores, queridos alumnos y seminaristas, queridos padres y familiares, queridos trabajadores, queridos todos:
El Señor nos permite iniciar un nuevo curso académico. Lo hacemos con alegría, a la luz de lo escuchado en las lecturas de hoy, sabiendo, como hemos leído en el libro de los Proverbios, que Dios conoce nuestro corazón en profundidad y “aborrece al perverso”. Sin embargo, como hemos cantado con el salmo 14, “el justo habitará en el monte santo del Señor”. Y, sobre todo, que la razón de ser de nuestro Seminario nos la ha ofrecido el Evangelio de San Lucas: “Somos como candiles o luces para dar luz”… ¿De verdad lo creemos y estamos dispuesto a ello?…
Da la impresión, en estos momentos sociales y culturales, tan complejos e inciertos, que los cristianos (y también los Seminarios) tenemos complejo de ser lo que somos. En lugar de ser luz, nos situamos al lado de las sombras; en lugar de dar esperanza, creamos desazón; en lugar de la fe, sembramos incertidumbres; y, en lugar de amor, ofrecemos rupturas y divisiones.
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