Raúl Berzosa: «La Vida Consagrada nace de la escucha de la Palabra de Dios y de acoger el Evangelio como su norma de vida»
Queridos hermanos sacerdotes, querida sor Fátima y querida comunidad de madres carmelitas, queridos padrinos, queridos todos:
Nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía dominical, dentro de la cual, hará sus votos como profesa simple, la hermana Sor Fátima del Inmaculado Corazón, a quien felicitamos sinceramente.
Hemos escuchado en la primera lectura, del libro de Jonás, que los Ninivitas se convirtieron de su mala vida. La Vida de especial consagración no es, por supuesto, una conversión de una mala vida, pero sí un vivir con mayor radicalidad y calidad la primera consagración, la Bautismal. Con el Salmo Responsorial hemos cantado al Señor “que nos enseñe sus caminos”. Es la actitud, humilde, que se pide también, y sobre todo, a quien profesa sus votos simples: que cada día, como mendiga, el Señor le muestra los designios para su vida. En la segunda Carta, San Pablo recordaba a los Corintios, “que este mundo se termina” y que estamos de paso. La vida de especial consagración, con su vivir en perfecta castidad, pobreza y obediencia, es testimonio precisamente de esto: de que este mundo no es el definitivo, que caminamos hacia la Jerusalén celestial. Finalmente, el Evangelio de San Marcos es una invitación a creer de verdad en Jesucristo. Éste es también el Centro, el Tesoro y el Esposo de la vida de especial consagración. No nos consagramos para vivir “cosas”, sino para vivir el Amor único de Jesucristo y, en ese Amor, la entrega a los demás.
Hasta aquí, el mensaje de las lecturas litúrgicas de hoy. Además, ¿qué te añadiría, hoy, sor Fátima?… Permíteme dos cosas: por un lado, que te recuerde, brevemente, las palabras que el Papa Benedicto XVI nos regaló en El Escorial, el 19 de agosto de 2011, precisamente en el encuentro con Consagradas, dentro de la Jornada Mundial de la Juventud.
Por otro lado, deseo recordar el reciente mensaje del Papa Francisco a la Vida consagrada, precisamente en este domingo, en el que cerramos la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
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