Raúl Berzosa: «Vivir con austeridad, ser de verdad hermanos unos de otros, la coherencia de vida y, sobre todo, el amor apasionado a Jesucristo»
Queridos formadores, queridos seminaristas, queridos papás y familiares, queridos profesores y trabajadores de esta casa, queridas consagradas de Marta y María, queridos todos:
Un año más celebramos a nuestro patrón, San Cayetano. En otras ocasiones hemos recordado que fue un santo napolitano, que vivió en el s.XV, y muy preocupado por sus hermanos sacerdotes. Fundó la orden de los Teatinos. Como claves de su espiritualidad destacaron: el amor a la eucaristía, la devoción a la Virgen y la fraternidad apostólica.
¿Qué mensaje nos dejaría el santo en este día?… Me fijo en dos realidades: las lecturas de hoy y algunas palabras magistrales que nos legó el Papa Benedicto XVI, precisamente a los seminaristas, en el año 2007.
En cuanto a las lecturas, en la primera, del libro del Apocalipsis, se nos invita a no ser pesimistas ni derrotistas ante el tema del mal. Hasta los grandes imperios, como Babilonia, se derrumbaron y cayeron. Sólo permanecen de pie las cosas de Dios. En el salmo 99, se nos invita a participar en el banquete de las bodas del Cordero. Se puede traducir por participar plenamente en la Eucaristía que estamos celebrando. ¡Tenemos mucha suerte al poder celebrar cotidianamente la Eucaristía! El Evangelio, de San Lucas, en tono apocalíptico, nos descubre una verdad doble: de la misma manera que el Señor vino un día, en cuerpo y sangre, vendrá de nuevo y definitivamente como juez. Nos invita a tener presentes las tres navidades: la primera, hace más de dos mil años; la segunda, la del final de los tiempos. La tercera, la de cada día en la Eucaristía, donde Jesús nace de nuevo sacramental y realmente.
Dejamos las lecturas de hoy. Las anunciadas palabras del Papa Benedicto XVI, en febrero de 2007, fueron las siguientes: aunque era consciente de que la vida de los seminaristas de hoy no se puede comparar a la que él vivió en Baviera (Alemania), sin embargo algunas claves siguen siendo válidas. Destacó, sobre todo, vivir la Eucaristía, practicar la oración, el amor a la Sagrada Escritura, la amistad con los sacerdotes y la entrega a la gente. Todo ello, nos recordó el Papa Benedicto, no es fácil ni cómodo; comporta esfuerzo y cruz, sacrificio y generosidad.
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