Raúl Berzosa:» ‘Vivir el presente con pasión’ es fundamentar toda nuestra vida en Jesucristo»
Queridos hermanos sacerdotes, querida comunidad de consagradas, queridos bienhechores, queridos todos:
Un año más, el Señor nos ha reunido para celebrar la memoria viva de San Francisco de Asís. Un santo al que nuestra querida Diócesis debe mucho y que sigue siendo, gracias a Dios, muy actual: por sus huellas vivas (vosotras, consagradas) y por sus huellas históricas y artísticas. En el año 2014 lo celebramos como merecía la ocasión.
¿Cómo puedo resumir la vida y el mensaje del Poverello de Asís?… Fue un «testigo y mensajero de la alegría del Evangelio».
«Testigo», porque la alegría no se puede comunicar si no está presente y profundamente enraizada tanto en la propia vida como en la de la comunidad.
«Mensajero», porque lo bueno hay que compartirlo y al compartirla la alegría se purifica y se multiplica, haciéndose verdaderamente «evangélica».
Y “Evangelio” porque nadie como él, después de nuestro Señor Jesucristo fue Evangelio viviente y encarnado.
¿Qué nos pide el Santo en esta ocasión?… – Lo mismo que el Papa Francisco nos recordaba al celebrar el reciente Año de la Vida consagrada: mirar al pasado con gratitud; vivir el presente con pasión; y abrazar el futuro con esperanza.
Hacer «memoria agradecida del pasado» equivale a dar gracias a Dios por el testimonio de quienes, en esta casa, sostenidas por su fe, vivieron con profundo gozo su vocación – algunas de ellos con merecida fama de santidad. -Es también, reconocer la misericordiosa mano del Señor que, a pesar de nuestra debilidad y nuestra inconstancia, sigue obrando maravillas en medio de su Pueblo.
«Vivir el presente con pasión» es fundamentar toda nuestra vida en Jesucristo, por el Espíritu, bajo el carisma franciscano que muestra dos caras inseparables: por un lado, “Reforma mi Iglesia, que amenaza ruina”, y, por otro lado, “sed los unos para los otros, esposas que se dejan fecundar por el Espíritu Santo, madres que se ayudan a dar a luz a Jesucristo, y hermanas que viven sin glosa el Evangelio”.
Y, «abrazar el futuro con esperanza», significa no dejarse arrastrar por el desánimo. No tener miedo. A pesar de la pequeñez de nuestra comunidad. A pesar de la falta de vocaciones. Es el Señor quien suscita y envía vocaciones. Por nuestra parte está la oración incesante y el testimonio de vida contagioso.
Como obispo y pastor, agradezco sinceramente vuestra vida y desvelos a favor de nuestra querida Diócesis. Cuidad especialmente de los más débiles y enfermos. Cuiden la formación permanente para interiorizar en profundidad el carisma franciscano. Y acojan fraternalmente a quienes se acerquen a visitarlos y a compartir lo mejor de su vida.
Con la Virgen María me uno a esta comunidad para entornar el hermoso canto del Magníficat; y la pido que sepan ejercer la maternidad misericordiosa de la Iglesia, que nunca se cansa de esperar, de acompañar y de perdonar. Junto a María, las encomiendo a todos los santos y santas de la Orden, especialmente a San Francisco y a Santa Clara.
No dejen de rezar por este obispo y por toda nuestra Diócesis, ahora que comenzamos un nuevo curso pastoral con el lema: “celebración cristiana”. Que, también en este sentido, con la gracia del Espíritu, esta comunidad sea modelo y referencia de celebraciones vivas, personales y comunitarias, capaces de configurar toda la vida cotidiana. Que así sea. Amén.
+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo