Ante la demanda de los Medios de Comunicación y de particulares, sobre la decisión que ha adoptado el Consistorio de Ciudad Rodrigo en relación al tema del laicismo, la Diócesis de Ciudad Rodrigo manifiesta:
1.- Asistir o no a los actos religiosos, es derecho y competencia del Ayuntamiento. Igualmente, el declarar día laboral o festivo. Pero regular o no las fiestas religiosas, y cambiarlas de nombre, no es competencia del Consistorio ni de los Partidos Políticos. La Iglesia tiene su calendario propio, y el pueblo civitatense sus tradiciones seculares y sagradas, a las que hay que respetar.
2.- No sólo podemos ampararnos en que el debate actual sobre laicismo viene de directivas partidistas nacionales, tenemos que buscar cauces de diálogo entre todos los civitatenses y puentes tendidos para analizar nuestra realidad social, cultural, política y religiosa.
3.- La iglesia pide no manipular lo religioso, ni desde las denominadas derechas políticas ni desde las izquierdas. Ningún partido puede absorber lo cristiano, que está presente con sus fieles, en todos ellos. Lo religioso no puede convertirse en “arma arrojadiza” ni en “seña de identidad polémica” de un partido contra otro.
4.- Sería deseable la creación, como se ha venido insistiendo, de la figura del concejal para representar al Ayuntamiento en “actos institucionales relevantes”, incluidos los religiosos. Esto evitaría la “manipulación partidista” del tema. En cualquier caso, no se puede prohibir a los representantes municipales, de signo que fueren, participar en actos religiosos a título personal.
5.- En este debate sobre laicismo, hay que volver a recodar que, en nuestra Constitución vigente, el Estado no es “laico” sino “aconfesional”. Y que no hay “separación” Estado-Iglesia, sino “independencia y sana colaboración”, siguiendo la doctrina del Vaticano II (GS 76). La Iglesia católica, por su mayoría numérica y por la historia secular en España, adquiere en la Carta Magna un reconocimiento, que no es sinónimo de privilegios ni discriminación de otros credos y religiones.
6.- Lo religioso católico, como se afirma en el actual debate, no es un fenómeno meramente “privado”; tiene incidencia, por un lado, en lo público por sus dimensiones éticas de lucha por la justicia y la defensa de la paz social y en favor de los más desfavorecidos y, por otro lado, por lo que supone, en personas y colectivos, el derecho a la libertad de conciencia y religiosa, y sus correlativas manifestaciones públicas de culto y de presencia social.
7.- En el tema del IBI, la Iglesia Católica no se niega a pagar lo que es de justicia social, sin privilegios, y en igualdad con otros organismos sociales culturales, sindicalistas y políticos, que tienen como finalidad el servicio al bien común y no la búsqueda de lucro o beneficios. Para ella rige la ley de mecenazgo y de entidades sin ánimo de lucro. Además existen Acuerdos firmados entre la Santa Sede y el Estado (1979) que lo regulan.
8.- La Iglesia en Ciudad Rodrigo, históricamente, siempre ha estado al servicio de este pueblo y de todos sus ciudadanos, creyentes y no creyentes; y ha aportado seguramente mucho más de lo que ha recibido en lo social, en lo caritativo-promocional, en lo docente, en lo asistencial-hospitalario, en lo cultural, y en lo espiritual. No se puede entender Ciudad Rodrigo sin la Iglesia Católica. El ser Sede Episcopal la otorga un prestigio y reconocimiento singulares. La historia de Ciudad Rodrigo es rica en personas eclesiales y cristianas ejemplares y de talla universal.
9.- Dentro de lo que denominamos Iglesia, hay que diferenciar “lo institucional” y las “realidades de libre asociación de fieles”, en todos los campos (docente, centros asistenciales, cofradías y hermandades, movimientos y asociaciones…). La corporación municipal, a la hora de determinar su presencia, deberá valorarla y determinarla según estas realidades: si son entidades institucionales (Catedral, Parroquias…), o entidades asociativas (Cofradías y hermandades, movimientos y asociaciones…), o entidades culturales (centros de enseñanza, centros asistenciales…).
10.- En cualquier caso, el debate laicista pone sobre el tapete de la vida social y política no sólo una problemática religiosa o “clerical”, sino la búsqueda del bien común social, de la promoción “integral” de las personas y de los colectivos, de la convivencia en paz y armonía, y de la sinergia para unir fuerzas hacia un futuro mejor y fecundo para Ciudad Rodrigo. Está en juego el modelo de sociedad que deseamos.
Ciudad Rodrigo, uno de abril de 2016