Raúl Berzosa: «El misterio mariano queda increíblemente plasmado en la medalla»
Queridos hermanos sacerdotes, queridas Hijas de la Caridad, queridos Residentes, trabajadores y familiares:
Hoy recordamos las apariciones de la Virgen María a Santa Catalina Labouré, acontecidas el 27 de noviembre de 1830, en París, en la capilla de la casa madre de la Hijas de la Caridad. Esta aparición dio origen a la Medalla Milagrosa, cuya fiesta fue instituida por León XIII, en 1894.
¿Cómo fue la historia de las apariciones?… – Catalina, estaba en oración y ve la aparición de la Virgen en un sillón. La entonces novicia de las Hijas de la Caridad «se arrodilla sobre las gradas del altar, con las manos apoyadas en las rodillas de la Virgen», y María abrió su corazón angustiado a Catalina, justamente una semana antes del inicio de la revolución que padece Francia en el mes de julio, donde se atacó a la Iglesia, se destruyeronn varios seminarios, se persiguió a las órdenes religiosas, se saquearon iglesias y el mismo palacio arzobispal.
Catalina confía a su confesor esta visión y guarda silencio. El 27 de noviembre de 1830, en la oración de la tarde, ve una especie de medalla en movimiento con la Virgen María en el anverso y una serie de signos en el reverso.
¿Qué vio Catalina en el anverso y en el reverso de la medalla?… – Según sus escritos, la Santísima Virgen llevaba un vestido liso de seda blanco-aurora sin costura; un velo blanco que le cubría la cabeza y le descendía por ambos lados hasta los pies; sobre su cabello liso, una especie de pañoleta terminada en un pequeño encaje aproximadamente de dos dedos de ancho. Tenía el rostro bastante descubierto y sus ojos tan pronto se elevaban al cielo como miraban a la tierra; en sus manos elevadas a la altura del estómago de una manera muy natural llevaba una esfera o globo, con una crucecita de oro encima, que representaba al mundo, ofrecido por ella a Nuestro Señor, y sus pies se apoyaban en la mitad de otro globo sobre la cabeza de una serpiente de color verdoso con manchas amarillas (…) De pronto, los dedos de aquellas manos que sostenían y ofrecían al mundo se llenaron de anillos y piedras preciosas, de las que salían rayos de luz, siempre extendiéndose hasta llenar la parte baja, de modo que ya no se podían ver sus pies; en lo alto del cuadro, un poco ovalado, había estas palabras: “Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos”. Al mismo tiempo, Catalina escuchó también: «Este globo que ves representa al mundo entero y a cada persona en particular; estos rayos de luz son el símbolo de las gracias que distribuyo a las personas que me las piden».
Después el cuadro dio la vuelta. Catalina vio el reverso, pero no supo describirlo, hasta que, un día, en la meditación, oyó una voz que le decía: «La letra M y los dos corazones dicen lo suficiente». Lo comunica a su confesor, el padre Aladel, y, con su ayuda, descubre los elementos del reverso de la medalla: arriba el signo más importante, la cruz, como naciendo de la letra M e íntimamente entrelazado con ella. Debajo los dos corazones, unidos por los signos del amor: espinas, espada y llamas. Y en torno las doce estrellas del Apocalipsis. Catalina también escucha una voz que le decía: “Di que acuñen una medalla según este modelo: todas las personas que la lleven recibirán grandes gracias”. De esta forma nace, la conocida en todo el mundo, como Medalla Milagrosa.
¿Cómo entender el mensaje profundo de la Medalla?… – En verdad es todo un tratado de mariología. El misterio mariano queda increíblemente plasmado en la medalla. Vemos en el anverso su mediación, su realeza, su inmaculada concepción. Vemos en el reverso su maternidad divina, su íntima unión con el Hijo, su cooperación a la redención, su maternidad espiritual, su calidad de miembro-modelo-madre de la Iglesia, y hasta su asunción…
Un resumen del contenido doctrinal de la Medalla Milagrosa puede ser éste: por una parte se expresa el papel de María en el conjunto de la historia de salvación, desde el principio –expresado en el Génesis– hasta el final –visto en el Apocalipsis–. Contemplamos el proto-Evangelio: la mujer que manifiesta su victoria sobre la serpiente, es decir, sobre el mal que es victoria ante todo de Jesucristo, pero también de María. Las doce estrellas, simbolizan las doce tribus de Israel y la Iglesia. El todo de la medalla nos muestra la íntima unión con Jesucristo. Por eso, nadie como ella ha gozado de los grandes privilegios como son el de la Inmaculada, el ser intercesora de todas las gracias, el ser corredentora y, sobre todo, ser Madre natural de Jesucristo y madre espiritual de todos los hombres.
¿Por qué se llama Medalla Milagrosa?… – El nombre de «Milagrosa» lo dio el pueblo a la misma medalla. Fueron las personas necesitadas, los pobres, los que la llamaron Medalla Milagrosa. Ellos se fiaron del lema que la adorna: «Oh María…, ruega por nosotros que recurrimos a Vos». Antes de la muerte de sor Catalina, el 31 de diciembre de 1876, se habían distribuido por todo el mundo más de mil millones de medallas.
¿Qué nos pide hoy la Virgen Milagrosa?… – Poner en práctica las tres verdaderas actitudes de una verdadera devoción: conocimiento, amor e imitación. Conocimiento: porque lo que no se conoce no se ama. Amor: que es eñ corazón de toda devoción. E Imitación: de las virtudes de la Virgen, principalmente Fe, Esperanza y Caridad.
Como modelo de fe, la Virgen acoge la palabra de Dios, la custodia en su corazón, y le sirve de Luz y Guía en su vida.
Como modelo de esperanza, María es imagen y adelanto de nuestra vida futura, glorificada y plenificada, en el cielo.
Como modelo de amor a Jesús, María se identificó totalmente con Él, desde el momento de su concepción hasta que expiró en la Cruz.
Nada más. Ante tanta maravilla, mirando a la Virgen Milagrosa, sólo podemos exclamar y repetir, una y mil veces: “¡Oh María sin pecado concebida!, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.
+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo