Madres Carmelitas (Jornada ‘Pro Orantibus’)

Raúl Berzosa: «Quien ha experimentado un encuentro con Jesucristo, sabe irradiarlo a los demás y se convierte en misericordia y compasión para los demás»

El domingo 22, celebramos la Solemnidad de la Trinidad y la Jornada Pro Orantibus. Este año, con el lema: Contemplad el rostro de la misericordia”.

Permitidme que me detenga en dos cosas: por un lado, recordar cuál es nuestra vocación contemplativa y, por otro lado, qué quiere significar el lema de este año.

En relación a nuestra identidad, San Juan Pablo II, en la exhortación Vita Consecrata, n. 8, afirmó: “los institutos contemplativos son para la iglesia un motivo de gloria y una fuente de gracias celestiales. Con su vida y misión, sus miembros imitan a Cristo orando en el monte y testimoniando el señorío de Dios sobre la historia y el anticipo de la gloria futura. En la soledad y en el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno, orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios. Ofrecen así a la comunidad eclesial un singular testimonio del amor de la Iglesia por su Señor y contribuyen, con una misteriosa fecundidad apostólica, al crecimiento del Pueblo de Dios”.

        En cuanto al lema de este año, “Contemplad el rostro de la misericordia”, y en sintonía con el año Jubilar, nos recuerda que la misericordia es central para comprender el misterio del Dios Amor y, por eso mismo, su relación con la humanidad:“Jesucristo es el rostro de la misericordia de Dios… Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de misericordia. Es la fuente de la alegría, de la serenidad y de la paz… Misericordia es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad” (Bula Misericordia Vultus, nn.1-2).

 

        La vida contemplativa está llamada a ser transparencia viva del rostro misericordioso de Cristo. Quien ha experimentado un encuentro con Jesucristo, sabe irradiarlo a los demás y se convierte en misericordia y compasión para los demás, como nos pidió Jesús:“Sed misericordioso como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36).

La misericordia no es algo “sentimental” sino una experiencia tan real como fuerte, que se traduce en dos dimensiones: en vivir la fraternidad de cada día, dentro del monasterio; y en un unirse, fuera del monasterio, al clamor de tantos hombres y mujeres que buscan la justicia y la dignidad en sus vidas, porque no pueden ser “los sobrantes o descartados” de nuestra sociedad.

Todo ello, conscientes de que “portamos la misericordia en vasijas de barro” (2 Cor 4,7). Y que si no fuera por la fidelidad y la misericordia constantes de Dios hacia nosotros, no podríamos ser misericordiosos, ni profetas ni testigos, de la misericordia y del amor de Dios, revelados en el rostro y en el misterio de nuestro Señor Jesucristo. Él, con su Espíritu, nos sostiene y nos alienta.

En esta Jornada “Pro orantibus”, oramos por nuestras cuatro comunidades diocesanas contemplativas (Carmelitas, Clarisas, Agustinas y Franciscanas), para que seáis fieles y no os falten nuevas y santas vocaciones; y, al mismo tiempo, damos gracias por este carisma tan grande y tan bello para nuestra Iglesia. ¡Que el Señor de la Misericordia os compense siempre lo que ni sabemos ni podemos hacer! Amén.

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo