Palabras del Señor obispo por doña Isabel Sánchez Cuesta en la Parroquia de San Cristóbal (2 de enero de 2016)
Querido D. José, hermano obispo, queridos hermanos sacerdotes, especialmente D. Juan Manuel, queridos familiares de Isabel, queridos todos:
En estos momentos, no podemos llorar como hombres y mujeres sin fe ni esperanza… Porque no celebramos el final de nada ni de nadie; sí el agradecimiento a Dios por la vida de Isabel y el envío de nuestra oración y sufragios. Su los necesita, el Señor los aplicará. Si no, volverán a nosotros.
Su fallecimiento, como me hizo notar uno de sus cuñados, coincidió en un “año nuevo natural”, que abrió sus puertas a un “año nuevo y eterno” para Isabel.
Ante el Señor, habrá presentado su corazón lleno de nombres de seres queridos: D. Juan Manuel, tío “predilecto”; los hermanos de sangre: Paquita, Remedios, Asunción y José Antonio. Los hermanos políticos: Mª Angeles, Jesús, José, Begoña. Los sobrinos, tíos, primos y familia… Y la familia de la Casa Sacerdotal, de “los últimos meses vividos en ella”, sin olvidar a dos hermanas “muy queridas” de Fuentes de Oñoro…
Me impresionó “la paz” de D. Juan Manuel, y de la familia, ayer, en el Tanatorio San Carlos, al rezar un responso por ella. En el fondo, toda la familia cree que no hay muertos; sólo vivos: los que “peregrinamos” en este mundo y los que ya están “en la Casa del Padre”…
Esto también lo creía Isabel. En varios encuentros diferentes con ella, me quedaron siete frases de una “mujer de fe” (por cierto, siete es número perfecto en la Biblia y siete fueron las últimas palabras de nuestro Señor Jesucristo):
– “Sufro más por mi tío y por la guerra que doy. Lo único que pido a la Virgen es paciencia” (estaba rezando el rosario con Radio María)
– “El Señor sabe por qué me ha permitido esto… ¡Será por mi bien!”
– “Estoy en las manos del Señor. Me fío de Él”…
– “Agradezco todo lo que mi familia está haciendo por mí. Es impagable”.
– “Que se cumpla todo lo que el Señor desee de mí… Estoy preparada para todo”…
.- “Pensaba cuidar de mi tío… ¡y ahora es él quien cuida de mí!”
– “D. Raúl: ofrezco todo pos sus intenciones y por las de la Diócesis”…
Además del testimonio de Isabel, nos consuela la palabra de Dios proclamada en el día de hoy: Isabel hizo realidad lo que hemos escuchado en la primera lectura de la Epístola de San Juan: “Lo que hemos oído desde el principio, ha permanecido en nosotros”. Y porque la muerte no ha vencido a la vida, hemos cantado, con el Salmo Responsorial: “Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”. Y finalmente, con el Evangelio de Juan, hemos “conocido al Señor en medio de nosotros”, también en la vida de Isabel. ¡Bendito sea Dios!
Gracias, familia de sangre, por todo lo que habéis hecho, día a día, y hasta el final… Dios os pagará lo que ni sabemos ni podemos hacer… ¡Cuidaremos, lo mejor que sepamos y podamos, de D. Juan Manuel!
Gracias a todos los que habéis atendido a Doña Isabel, especialmente durante su enfermedad, y a todos los presentes por vuestro testimonio y por vuestras oraciones… La encomendamos a la Virgen, a quien tanto amaba, para que la presente cuanto antes a su Hijo y sean perdonados todos sus pecados.
+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo