El Obispo Administrador Apostólico, Mons. Jesús García Burillo, ha participado esta mañana en una oración de inicio de curso en el Arciprestazgo de la Ribera. En concreto, la Iglesia de Barruecopardo ha acogido los momentos de reflexión y oración ante el Santísimo.
Mons. García Burillo ha expuesto ante los fieles, cómo Jesús acompaña con la Encarnación, en un curso pastoral que no se puede olvidar, lleva por título ‘Iglesia y familia: acompañar, discernir e integrar’.
«Ciertamente, el modelo máximo de compañamiento es el de Jesús a la humanidad: “el Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros”. Jesús, siendo Dios, abrazó nuestra humanidad caída, se hizo hombre como uno de nosotros, para darnos la luz y la fuerza necesarias para alcanzar la dignidad de hijos de Dios y la fraternidad universal. Es el misterio de la encarnación. Enmanuel es el nombre que habría de llevar el hijo de María, según la profecía de Isaías y que recoge san Mateo: “La virgen concebirá y dará a luz hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios con nosotros”, comentó el prelado.
«Jesús es Dios con nosotros, Dios a nuestro lado, Dios en el centro de la historia, acompañando al ser humano en todas vicisitudes. Si echamos una mirada sobre los evangelios, vemos que “el Dios con nosotros” nos ha acompañado en todo momento: acompañando a resolver las necesidades concretas de las personas, como en Caná, acompañando a los pobres: “el Espíritu me ha ungido para evangelizar a los pobres”, los acompaña enseñándoles en las sinagogas, en los caminos, en la montaña, en el lago, en el templo, función que realiza con autoridad y acomodándose al oyente por medio de parábolas, nos acompaña librándonos del mal, del Maligno y curando enfermedades de todo tipo a multitudes: cojos, sordos, mudos, lisiados, leprosos, hemorroísa, expulsando demonios, perdonando los pecados, resucitando muertos; acompaña a extranjeros (todos los no judíos), a mujeres, muchas de las cuales han sido curadas por Él; los acompaña llamando a algunos para que puedan continuar su misma misión. Este acompañamiento lo realiza con todas sus consecuencias, entregándose plenamente, incluso hasta la muerte de cruz; y después de la pascua les asegura: “yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
«Como Jesús, también nosotros habremos de acompañarnos encarnándonos, metiéndonos en la piel del otro. La encarnación es el principio fundamental de todo acercamiento a las familias y en especial a las familias en situaciones difíciles. No somos redentores, somos enviados para ayudar a las familias en su caminar».