Siete días después de la Visita Canónica, en un ambiente de oración, de responsabilidad y de vida fraterna, el Obispo Administrador Apostólico, Mons. Jesús García Burillo, de conformidad con los cánones del derecho común y de las Constituciones de las Monjas Franciscanas de la TOR (Roma, 8 de abril de 1992), ha presidido la elección de la Abadesa del Convento de Porta Coeli de El Zarzoso, acompañado por el Vicario para la Vida Consagrada, M. I. Sr. Don Angel Olivera.
En la elección, en que se han observado las normas del derecho general y del propio de la Orden, absteniéndose las hermanas de la acepción de personas y teniendo presente únicamente a Dios y el bien de la comunidad, éstas han elegido, la hermana electa ha aceptado, y el Obispo ha confirmado como Abadesa a la Rvda. Madre Magdalena Hernández Leal, la cual queda al servicio de la comunidad por un tiempo de tres años.
En sucesivas votaciones, han sido elegidas y confirmadas: como Vicaria, la hermana Consuelo Rejón Estrella y como Consejera, la hermana Carolina Manríquez Ávila. El canto del Tedeum ha cerrado esta primera parte del acto, mientras las hermanas de la comunidad pasaban una a una a felicitar con un cariñoso abrazo a la nueva Madre, que les presidirá y servirá desde este momento.
A continuación, se ha celebrado la Eucaristía, en la que Don Jesús ha leído el acta de la reciente Visita Canónica, deseando y pidiendo oraciones para que la nueva Abadesa, dentro del espíritu del Evangelio, observe y haga observar las Constituciones de la Orden, así como las normas de la Iglesia y las Recomendaciones que se hacen en la Visita referida.
Después de la homilía y siguiendo el rito establecido por la Orden, se han otorgado a la nueva Madre los símbolos que la confirman como Abadesa: las Reglas de la Orden, el sello y las llaves del Monasterio, así como la sede que significa su autoridad y su palabra.
Finalmente, el Administrador Apostólico ha impartido a la nueva Abadesa y a la comunidad, la bendición solemne de San Francisco con el deseo de que la comunidad lleve a efecto el modelo de vida ofrecido por la todavía reciente Instrucción Cor Orans para la vida monástica: que las hermanas sean Corazón orante, guardián de gratitud, riqueza de fecundidad apostólica y una misteriosa y multiforme santidad en la vida contemplativa en la Iglesia. Esta continúa enriqueciendo a la Iglesia de Cristo con frutos de gracia y misericordia.
La elección ha terminado con un ágape sencillo y fraterno, lleno de alegría entre las hermanas.