Este sábado, 8 de enero a las 11:00 horas, la Catedral de Santa María acogerá la toma de posesión como Obispo de Ciudad Rodrigo de Mons. José Luis Retana Gozalo, que sucederá al frente de la diócesis civitatense a Mons. Jesús García Burillo, que durante los tres últimos años ha ejercido como Administrador Apostólico.
La Santa Misa será retransmitida en directo a través de TRECE TV y Radio María.
Teniendo en cuenta la situación derivada de la covid-19, el aforo se ha ajustado a unos 500 asientos y una vez cubiertos se dará por completado dicho aforo. Las puertas de la catedral se abrirán a partir de las 9:00 horas y las personas sin invitación podrán acceder hasta que se cubran las plazas disponibles, no se podrá permanecer de pie.
La celebración contará con la presencia del nuncio apostólico del Papa Francisco en España, Mons. Bernardito Auza, además habrá una amplia representación eclesial entre Cardenales, Arzobispos y Obispos de España y Portugal. También habrá una representación de autoridades de los ámbitos civiles y militares.
Mons. Retana partirá del Palacio Episcopal sobre las 10:15 horas, acompañado del nuncio y del Administrador Apostólico, además de por dos canónigos. Este recorrido hasta la catedral lo encabezará un grupo de charros.
La entrada en la seo se hará a través del Pórtico del Perdón, pero antes de acceder al templo el obispo electo saludará a las autoridades civiles que esperarán en la plaza de Herrasti.
Ya dentro de la catedral, el obispo electo es presentado al cabildo y al colegio de consultores. El deán-presidente del cabildo, M. I. SR. D. Ángel Martín Carballo, le dará a besar el ‘lignum crucis’ y a continuación le ofrecerá el hisopo para la aspersión con agua bendecida a los presentes.
El obispo electo y sus acompañantes rezarán durante unos instantes en la capilla del Santísimo Sacramento para, posteriormente, dirigirse al seminario diocesano donde se revisten para la celebración de la Eucaristía.
A las 11:00 horas, comenzará la procesión desde la capilla mayor del seminario y estará encabezada por los sacerdotes seguidos de vicarios, canónigos, colegio de consultores y obispos. Cierran esta procesión el obispo electo, el nuncio, que preside la celebración hasta la toma de posesión del nuevo obispo, y el administrador apostólico de la diócesis.
De nuevo en la catedral y ya desde el altar, el nuncio apostólico saludará a la asamblea allí reunida y a continuación, Mons. García Burillo, en primer lugar, y de nuevo el nuncio, dirigirán unas palabras.
Tras su alocución, será el momento del acto principal de la celebración que consiste en la lectura de las Letras Apostólicas que contienen el nombramiento del Papa Francisco a don José Luis Retana como obispo de esta diócesis y la cesión de la cátedra.
En concreto, el nuncio apostólico pedirá al Canciller- Secretario General del Obispado, M. I. Sr. D. Prudencio Manchado, que muestre las Letras Apostólicas al colegio de consultores, y seguidamente, que proceda a su lectura.
A continuación, el nuncio invitará al obispo electo a sentarse en la cátedra como signo de que toma posesión en el lugar simbólico de la misión pastoral, y además le entregará el báculo. De este modo, el nuevo obispo toma posesión de la diócesis civitatense.
Una representación de la diócesis (sacerdotes, religiosas y fieles laicos) se acercarán a la cátedra para manifestar su adhesión y afecto al nuevo obispo.
A partir de este momento, el nuevo obispo preside la celebración.
Para la liturgia de la palabra, Mons. Retana ha elegido la segunda carta del apóstol Pablo a los Corintios y en el caso del Evangelio, se escucharán las palabras de Cristo que dice que ha venido a servir, no a ser servido, y a entregar su vida.
La liturgia eucarística concluirá con una mirada especial hacia la imagen de la Virgen de la Asunción, patrona de la Catedral de Santa María, que preside el ábside. Todos vueltos cantarán el Salve Regina.
Detalles de algunas de las piezas que se utilizarán en la celebración
Báculo episcopal de Mons. Jesús Enciso Viana
Independientemente de la autoría, material, estilo y propietarios, los atributos episcopales tienen una clara simbología que es preciso detallar, pues sin entender esta simbología podrían considerarse como simples objetos suntuarios, cuando en origen no lo fueron.
El báculo, el cayado de los pastores, es utilizado por aquellas dignidades eclesiásticas que tienen a su cargo la dirección de fieles; así, es propio de los abades, obispos y arzobispos. Simboliza también el poder divino. Normalmente los báculos se han compuesto de tres partes; la curva representa la misión episcopal de orientar a sus diocesanos hacia el bien; también se atribuye a esta parte un simbolismo de fuerza creadora. La parte recta representa la obligación del obispo de dirigir a sus fieles y la inferior, resuelta normalmente en punta, alude al celo para estimular las virtudes y corregir las desviaciones.
Tras la muerte en Palma de Mallorca de Mons. Jesús Enciso Viana (1964) llegó a Ciudad Rodrigo su báculo, posible obra de Ramón Suyer, que lo hizo en 1950. Es de metal dorado y en él destaca la parte curva, que cobija a san Juan Bautista y un felino alado que se repite en la línea curva exterior, línea que se inicia en sus fauces abiertas; la macolla se adorna con elementos vegetales que se repiten en el tramo recto, antes de iniciar la curva, y en ella destaca el escudo episcopal de Mons. Enciso realizado con esmaltes.
Mons. Enciso ejerció como obispo de la diócesis civitatense entre 1950-1955, y fue el primer obispo tras varios años de estar al frente de la diócesis un Administrador.
Cáliz
Anónimo. Taller mejicano.
Cronología: hacia 1605.
Plata dorada, repujada, cincelada, fundida y esgrafiada.
Alto: 31 cm; 18 cm. de diámetro del pie; 9 cm. de la copa.
Excelente estado de conservación.
Hasta donde sabemos no hay noticias concretas sobre este magnífico cáliz mejicano (quién lo donó, cuándo llegó, etc.), si bien parece lógico pensar que se trate de un regalo efectuado a la Catedral de Ciudad Rodrigo por alguien que, establecido en el Virreinato de Nueva España a principios del siglo XVII, tuviese alguna vinculación con Miróbriga. Además, la búsqueda documental llevada a cabo en el archivo catedralicio ha resultado infructuosa al haberse perdido las actas capitulares comprendidas entre los años 1573 y 1641. De todas formas, gracias al triple marcaje que presenta la pieza se conoce la localidad, México, y la fecha aproximada, hacia 1605, en que fue realizada. Los punzones que se aprecian también aparecen en varias piezas recogidas por Estera Martín; entre otras, la custodia de Rucandio (Cantabria) y los cálices del Convento de Araceli de Corella (Navarra), del Museo Bello de Puebla de los Ángeles (México) y del Museo Diocesasno de Coro (Venezuela).
Este cáliz, que debe incluirse entre lo mejor de la platería mexicana, presenta un pie circular formado por una pestaña lisa y saliente y una moldura de borde vertical y perfil convexo adornada con seis cabezas aladas de mofletudos angelitos separadas por otros tantos grupos florales dispuestos en cartelas elípticas. El astil se inicia con un gollete cilíndrico que animado con óvalos incisos a modo de glifos remata en una arandela lisa, volada y coronada por una moldura convexa gallonada. El nudo, de formato ovoidal y de cierto desarrollo, está decorado con cuatro cabezas de querubines, casi de bulto, aladas y de las que caen formas colgantes, festones de frutos y espejos ovales y circulares que se repiten en la base alternativamente. La copa, de sección cilíndrica, está recorrida en el tercio inferior por un sencillo filete que marca frontera con la subcopa que, abombada, se anima con los mismos adornos que el nudo, excepto los espejos. En general los motivos decorativos aparecen relevados y bruñidos destacándose sobre un fondo esgrafiado con el fin de buscar efectos de contraste.