La Delegación de Manos Unidas comenzará este viernes, 11 de febrero, su campaña contra el hambre con una Eucaristía que se celebrará a las 19:15 horas en la parroquia de San Andrés.
Este año el lema elegido es ‘Nuestra indiferencia los condena al olvido’ y el objetivo es «evitar que el muro de la indiferencia y la desigualdad condenen al olvido a más de mil millones personas empobrecidas y hambrientas ante las que nunca debemos volver la espalda».
La Delegación de Manos Unidas en Ciudad Rodrigo, además de esta Eucaristía, desarrollará en marzo otra serie de acciones que se darán a conocer en su momento, con el fin de apoyar el proyecto que este año patrocinan.
El proyecto que ha elegido la delegación que encabeza Dña. Ana Lucas, se ubica en la región Tánger-Tetuán-Alhucemas, en 5 barrios del municipio de Tetuán con altos índices de vulnerabilidad. Tetuán tiene zonas periféricas donde la fuerte presión migratoria rural genera un crecimiento desequilibrado y grandes desigualdades sociales.
Los barrios de la parte antigua albergan familias que viven en situación de precariedad. Los factores socioeconómicos, políticos, educativos y culturales originan una serie de problemas estructurales que derivan en una vulneración generalizada de derechos (falta de viviendas y de centros educativos y sociales, abandono escolar, desempleo), y en un sentimiento de abandono y de falta de confianza en el modelo social y estatal. En materia medioambiental, la migración rural ha supuesto un deterioro del entorno por la transformación de las zonas verdes de la periferia en barrios superpoblados mal estructurados y sin infraestructuras de saneamiento.
Las mujeres y niñas presentan una especial vulnerabilidad a causa de la pobreza, abandono temprano del proceso de escolarización, matrimonios precoces, exposición a la violencia sexual, falta de cualificación para integrase en el mercado laboral y dificultades para acceder a la justicia, orientación y protección en caso de ruptura familiar.
Otro grupo social que sufre de desigualdades y de violencia física, psíquica y social es el de los niños y adolescentes. A la situación generalizada de desprotección en la que se encuentran, las medidas de alejamiento social para luchar contra la Covid.19 han provocado un incremento de la incidencia de la violencia en el circuito familiar, de las presiones psicológicas e incluso de la explotación infantil. Todo ello, en un contexto donde la falta de comunicación familiar y la ausencia de una cultura social de denuncia de los actos de violencia física y psíquica producidos en el entorno familiar, escolar o vecinal dificultan la adopción de medidas que mejoren su estado de vulnerabilidad.
Dentro de este grupo, los adolescentes presentan comportamientos de violencia y agresividad debidos a sus propios cambios y a las situaciones de impotencia ante el fracaso escolar, la ruptura familiar y el desempleo.
Para reducir las situaciones de violencia que afrontan los niños y adolescentes, la asociación Alamal, muy cercana a la población más frágil de la ciudad, solicita la colaboración de Manos Unidas para llevar a cabo una II fase de esta iniciativa enfocada a la prevención, detección y denuncia de los actos de violencia, acoso y abusos contra niños y adolescentes.
El proyecto, de 12 meses de duración, beneficiará a 220 personas (niños 8 a 12 años, adolescentes 13 a 17 años y padres) y contribuirá al cumplimento de las metas del ODS nº 16 dirigidas a eliminar todas las formas de violencia de conformidad con las leyes nacionales y los acuerdos internacionales ligados a los derechos del niño.
Manos Unidas (85%) apoyará una serie de formaciones, impartidas por profesionales: experto jurídico, psicólogo, asistente social, encargada del proyecto, y un animador y adaptadas a cada grupo de beneficiarios, así como el desarrollo de talleres diseñados para reforzar el proceso de sensibilización (dibujo y cocina) y otros costes de material y gestión financiera.
Las sesiones formativas abordarán principalmente la violencia y los abusos en los niños; las relaciones y los comportamientos agresivos en la adolescencia, la protección de los hijos, la detección de los cambios de comportamiento y los mecanismos de denuncia.
El socio local (15%) asumirá el resto de la gestión financiera y el funcionamiento de su sede. La viabilidad y sostenibilidad se garantizan por la adecuación de la acción al contexto sociocultural de los barrios, la edición de las formaciones para ser impartidas por otras asociaciones del mismo ámbito y por la experiencia del SL y la confianza que recibe de la población y del Ministerio de Justicia con quien colabora en la mediación de conflictos familiares y en la orientación a mujeres y niños víctimas de violencia.
La Delegación de Manos Unidas de la Diócesis ha comprometido una aportación al proyecto de 15.997 euros.