El Curso Pastoral 2022-2023 ha comenzado de manera oficial en este sábado, con la celebración de la Eucaristía presidida por el Obispo, Mons. José Luis Retana, pero, previamente, ha tenido lugar la conferencia titulada ‘Construyendo juntos nuestra Iglesia diocesana’, pronunciada por el Decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca, D. José San José Prisco.
En un curso que tiene como lema ‘Para caminar en sinodalidad’, don José ha querido dejar claro, en primer lugar, de dónde venimos y hacia dónde vamos en cuestión de sinodalidad.
Dejó constancia de que la Iglesia es sinodal desde sus orígenes, «el Concilio Vaticano II no ha inventando nada, ha puesto en evidencia algo que había estado un poco olvidado». Pero no es menos cierto que ese Concilio «ha dado pie a la Iglesia a hacer la reflexión a la que hemos llegado ahora de la sinodalidad».
Insistió en varias ocasiones en la importancia de leer el Concilio Vaticano II para entender mejor ciertos planteamiento y, en este caso, la Lumen gentium, uno de los documentos de este Concilio que no recoge nuevas doctrinas sino que viene a ser una reflexión en torno a la vida de la Iglesia: qué es, cómo debe ser entendida, su misión y su organización.
El sacerdote profundizó en la idea de la Iglesia como pueblo de Dios que aparece en el Concilio, pero es algo que ya existía de antes, una terminología tomada del pueblo de Israel, en el caso del Antiguo Testamento; mientras que en el Nuevo Testamento «somos nosotros la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios».
Insistió en que el pueblo de Dios, «no es solo la jerarquía de la Iglesia, esa es la parte más pequeña», y aclaró que «la idea de caminar juntos es porque todos son parte del pueblo de Dios».
En concreto, «somos un pueblo, una misión, con diversidad de miembros y caminamos todos a una, en sinodalidad».
Ese «estilo sinodal» pasa por «escuchar, dialogar, discutir en buen plan, discernir y ayudar a que quien toma las decisiones lo haga mejor».
Por último, se detuvo en la diversidad vocacional en la Iglesia, «reflejo de Dios». Y aunque los miembros ordenados, la vida religiosa y los laicos tienen acentuados determinados aspectos, concluyó que todos somos profetas desde el mismo momento en el que recibimos el bautismo.