Mons. Retana instituye Lector y Acólito a D. Daniel Mielgo

El Obispo de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, Mons. José Luis Retana, ha presidido esta tarde de lunes, en la parroquia de San Andrés de Ciudad Rodrigo, la Eucaristía en la que ha sido instituido Lector y Acólito, D. Daniel Mielgo.

Según ha explicado el Obispo, el ministro lector «debe ser el primero en tener una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios: necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante, para que ella penetre a fondo en tus pensamientos y sentimientos y engendre dentro de ti una mentalidad nueva” (EG, 149).  “Quien quiera anunciar la Palabra, primero debe estar dispuesto a dejarse conmover por ella y a hacerla carne en su existencia concreta, de modo que pueda «comunicar a otros lo que uno ha contemplado»” (EG,  150).

El prelado ha pedido a D. Daniel que sea «la ‘voz’ de aquel que quiere salvar al hombre y grabar el mensaje de salvación en el corazón de cada persona. Conoce muy bien la Escritura, aprende a leer los textos según se encuentran en los libros litúrgicos. Nunca te pongas a leer sin antes haber leído, orado y conocido el texto que vas a proclamar a la asamblea sagrada».

En relación al Acólito, ha recordado que está destinado de modo particular «al servicio del altar, ha de aprender todo aquello que pertenece al culto público divino y tratar de captar su sentido íntimo y espiritual; de forma que se ofrezca diariamente a sí mismo a Dios, siendo para todos un ejemplo de seriedad y devoción en el templo sagrado y además, con sincero amor, se sienta cercano al Pueblo de Dios, especialmente a los necesitados y enfermos (Pablo VI, Motu proprio Ministeria Quedam)».

Ha añadido, en este sentido que «de ahora en adelante, podrás estar más estrechamente unido al sacerdote y a la acción sagrada. Tu ministerio será fecundo cuando gustes contemplar de cerca el misterio que se hace sacramento, la Palabra que se hace Carne, el culto público que se hace perfecta oblación. Aprende el arte de celebrar. Gusta y ama preparar las celebraciones litúrgicas».

Sin olvidar que como acólito, «participarás de un modo peculiar en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia, celebraciones que tienen su cumbre y su fuente en la Eucaristía. Por tal motivo se te confiará la misión de ayudar a los presbíteros y diáconos en su ministerio y distribuir, como ministro extraordinario de la comunión, la sagrada comunión a los fieles, incluso a los enfermos. De tal forma que viviendo íntimamente unido al sacrificio del Señor, procures ser cada día “hombre eucarístico”». Por último, dirigiéndose a todos los presentes y especialmente al nuevo acólito, manifestó que la recepción del acolitado «implica una participación más profunda en el misterio de Cristo que se entrega y está presente en la Eucaristía, en la Asamblea y en los hermanos».