La conferencia de D. Eloy Bueno de la Fuente ha formado parte de la inauguración del Curso Pastoral 2023-2024 en la Diócesis de Ciudad Rodrigo. Esta inauguración ha tenido dos momentos: primero en el Seminario San Cayetano y, posteriormente, con la celebración de la Eucaristía en la Catedral.
Las palabras del profesor han tenido como hilo conductor ‘En el Sínodo, a la luz de la Asamblea Diocesana’ y además de referirse al Sínodo que celebrará la Iglesia en octubre y del que formará parte activa, en varias ocasiones ha mencionado la Asamblea Diocesana que la diócesis desarrolló hace diez años.
La importancia que D. Eloy da a las iglesias locales ha quedado patente desde el principio cuando ha apuntado que «el futuro de la Iglesia Católica se juega en la solidez y vertebración de las iglesias locales».
Poniendo como modelo y ejemplo un pasaje de los Hechos de los Apóstoles en el que se presenta una comunidad cristiana de Antioquía, que trata de discernir la forma en la que el Espíritu los guía a ser testigos y este discernimiento se logra de forma comunal, se ha detenido en varios apartados.
Con ese deseo de «vernos reflejados», el ponente ha declarado que «la Iglesia es asamblea, en la que siempre estamos reunidos porque hemos sido convocados». Pero de manera previa, «existe una misión que nos antecede y que debemos prolongar, ese Dios que se nos acerca para convertirnos en hijos suyos».
Insistió en que «somos una Iglesia de personas, con rostro y con nombre y somos personas como Pueblo en camino en un mundo pluralista y cosmopolita».
Se refirió, igualmente, a cuatro grandes dimensiones de la Iglesia y de su misión: la celebración, el anuncio, el compromiso y la comunión, «dimensiones que brotan del compromiso de la Iglesia»,
Identificó, por otra parte, una «dinámica sinodal» en todo este camino, «todo es de todos, pero no todos pueden hacerlo todo» por lo que en esta misión de anunciar el Evangelio, «algunos en nombre de todos asumen una tarea y es en favor de todos para edificar la Iglesia y que se cumpla su misión».
Concluyó que el discernimiento comunitario «es un acto sinodal por antonomasia» que supone «un actitud de escucha, que es más que oír» y en esa Iglesia «consciente y sinodal se toman las decisiones entre todos».