La Procesión de La Soledad, de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, fue la única de las procesiones del Viernes Santo que pudo celebrarse con cierta normalidad a pesar de que tuvo que acortar su recorrido.
La salida tuvo lugar desde la Catedral donde el capellán, D. Ángel Martín, realizó una reflexión en torno a la soledad de las personas en un mundo tecnificado, sin olvidar, por supuesto, a la madre, La Soledad.
Tras el recorrido por las calles Cardenal Pacheco, plaza Mayor y Julián Sánchez, se regresó a la Catedral donde se finalizó con el canto de la Salve.