El Santuario de la Peña de Francia vuelve a convertirse en el punto de encuentro de miles de fieles para honrar a la Virgen

Miles de fieles han acudido este domingo, al Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia para acompañar a la Virgen en su día. Es mucha la devoción que existe en toda la zona a la Virgen de la Peña de Francia y la jornada se convierte en punto de encuentro de todas esas personas que quieren honrar a la Virgen.

La Eucaristía que se ha celebrado a las 12:00 horas, la ha presidido Mons. Jesús García Burillo, Obispo Emérito de Ávila y durante tres años, Administrador Apostólico de la Diócesis de Ciudad Rodrigo. La presencia de don Jesús en esta celebración se ha convertido en algo habitual, en una jornada en la que también Salamanca festeja a su patrona con la Eucaristía presidida por nuestro Obispo, Mons. José Luis Retana.

Mons. García Burillo ha comenzado su homilía dando las gracias a todos los presentes y a los dominicos que con tanto cariño y esmero cuidan este santuario.

El prelado ha basado sus palabras en tres ideas centrales que han partido del jubileo universal de 2025, que se desarrollará a partir de este próximo diciembre bajo el título “la esperanza no defrauda».

«A nuestra Madre, la Virgen de la Peña, nosotros la invocamos también diciendo: “¡Esperanza nuestra, Dios te salve!”. Ella, madre de Dios y madre nuestra, es nuestra mayor esperanza», ha recordado. «Viendo morir a Jesús, atravesada por un dolor terrible, no perdía su confianza en el Señor. Allí repetía el mismo “sí” que pronunció cuando el Ángel le anunció ser la Madre de Jesús. Mientras Simeón le anunciaba que Jesús sufriría mucho, que sería condenado a muerte, resucitando el tercer día, en medio del tormento, María se convertía en Madre de Esperanza. Por eso la llamamos “Esperanza nuestra”, “Estrella del mar”, un título que expresa la esperanza segura de que, en las tormentas de nuestra vida, la Madre acude en nuestro auxilio, nos sostiene y nos invita a esperar siempre en ella».

En relación a la «bella imagen» que preside el santuario, «morena, sencilla y humilde, pero fuerte como una roca, nosotros acudimos hoy con la firme esperanza de que nos hará el regalo que hizo a Simón Roland, cambiándole el nombre para que estuviera seguro de su protección. ¡Simón, vela!, ¡Vela y no duermas!, porque tu tarea será siempre esperar en mi refugio».

Por último, precisó que al igual que hizo María cuando conoció el estado de su parienta Isabel, «escuchamos las necesidades de los demás, para atenderlas y cuidarlas. También nosotros debemos hacer el bien a quienes nos necesitan, ser complacientes, cariñosos incluso con quienes no nos quieren bien. Nuestra Madre hoy nos ofrece su consuelo para poder nosotros consolar a los demás».

Posteriormente, la Virgen ha salido en procesión acompañada por los charros y sus danzas y sones tradicionales.