La campaña del Día de la Iglesia Diocesana de este 2024 es una “llamada” a buscar en el interior de cada uno y descubrir y responder al plan que Dios tiene para cada uno de nosotros. Todos tenemos una vocación y la de Carlos Figueiredo y Celina Barreto es la familia, la que han formado junto a sus hijos Lucas, y los mellizos Noah y Chloe.
“Desde siempre teníamos claro que queríamos tener hijos, dos mejor que uno, nos gusta la familia”, reconoce Carlos, y aunque la idea era tener un segundo hijo, “la sorpresa es que fueron dos mellizos, algo que vemos como una bendición”, añade Celina.
Acuden a la iglesia de manera periódica, “no es por obligación” y reconocen que en la parroquia de El Salvador “hemos encontrado nuestro sitio”. Celina recuerda que cuando estaba embarazada “Lucas permanecía siempre muy tranquilo pero cuando llegábamos a la iglesia se movía un montón y yo decía: este es nuestro sitio”.
La pareja pasó momentos muy complicados tras el nacimiento de su primer hijo, “tuvo una sepsis a la que no reaccionaba con los antibióticos y nos apegamos mucho más a Dios, pedimos mucho en el hospital y el día del bautizo, además de agradecer a la familia y a Dios, lo consagramos a Nuestra Señora para que lo proteja siempre porque fue una cosa, sobre todo con María”, explica Celina.
Esta madre tiene muy presentes los instantes vividos. “Viendo el sufrimiento de mi hijo me ponía en la piel de ella, su sufrimiento ha sido el mayor de todas las madres y la decía: te puedo comprender un poco, compréndeme tú a mí, no te lleves a mi hijo”.
Celina afirma que tiene “una devoción muy fuerte” y pesa el hecho de haber vivido toda su infancia cercana a la Iglesia, con la Renovación Carismática. “Es un vínculo que quiero para mis hijos, sé que quiero que se críen dentro de una iglesia”.
Es consciente de que “la gente piensa en cosas que han pasado dentro de la Iglesia, pero yo sé que aquí nunca van a aprender cosas malas, van a aprender valores”.
En este sentido, Carlos simplifica mucho más: “Si haces los diez mandamientos, si solo respetas eso, ya tienes para toda la vida, para una vida plena”.
El propio Carlos comenta que la fe “me da tranquilidad, yo confío en Dios y en que las cosas van a salir bien y con esa confianza que tengo, vivo muy tranquilo”.
Por su parte, Celina siente que “cuando tienes una experiencia muy fuerte y vives de verdad y sientes que Dios está contigo, es imposible que a partir de ese momento vivas sin pensar en eso”. Declara que “he vivido muchísimas situaciones en las que sentido la presencia de Dios así que en el momento que conoces a Dios es imposible que te desvincules porque es una experiencia maravillosa”.
En su a día a día, viven la fe con naturalidad, “no escondemos que venimos a misa, en el trabajo hablamos de ello, ni tenemos vergüenza ni nos escondemos, tampoco andamos predicando por la calle”.
Participan en las actividades que propone su parroquia, saben que por delante tienes unos meses complicados tras el nacimiento de sus mellizos hace solo dos meses. Son conscientes de las necesidades económicas que tiene la Iglesia y con las que colabora la Iglesia. “El párroco siempre te dice para dónde va el dinero y dónde está, eso me gusta, se han recaudado diez y se va a destinar a esto, siempre lo explica y sabes que el dinero va a llegar”, concluye Carlos.
Imagen: Carlos y Celina junto a sus tres hijos en la parroquia de El Salvador