Mons. José Luis Retana presidió este domingo la celebración diocesana de la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada en la iglesia de las Carmelitas descalzas, donde reconoció el valioso servicio de los consagrados
DELEGACIÓN DE MEDIOS
La iglesia del convento Sagrada Familia de las Carmelitas Descalzas de Ciudad Rodrigo acogió este domingo, 2 de febrero, la celebración diocesana de la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en el marco de la Fiesta de la Presentación del Señor. La eucaristía, presidida por el Sr. Obispo, Mons. José Luis Retana y concelebrada por el capellán de las religiosas, D. Manuel Peláez, sirvió para dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada “que enriquece a la Iglesia con sus virtudes y carismas y le muestra al mundo el testimonio alegre de la entrega radical al Señor”, como reconoció el obispo en su homilía.
La misa se inició con la bendición de candelas y durante la celebración las religiosas que se dieron cita en el templo renovaron sus compromisos apostólicos al servicio de Dios, de la Iglesia y de los hermanos. Mons. Retana valoró el servicio de las personas consagradas en la evangelización y en la vida de la Iglesia, “soy consciente de que sois una parte muy importante en la tarea de la evangelización en nuestra diócesis y esto lo reconozco y lo valoro. Os agradezco lo que sois, lo que hacéis y lo que significáis para la vida de la Iglesia«.
El obispo recordó a Simeón y Ana, quienes «reflejan la vida consagrada de estos tiempos de un modo peculiar y constituyen modelos de peregrinos y sembradores de esperanza”, aludiendo al lema de la XXIX Jornada.
Mantenerse firmes en la esperanza
En su mensaje, el prelado destacó los desafíos de la vida consagrada en la actualidad, como la disminución de vocaciones y el envejecimiento de las comunidades, los problemas económicos y sociales, como la globalización, el relativismo y la irrelevancia social. Unas dificultades, que como reconoce Mons. Retana, “no son exclusivas de la vida consagrada”, y es donde «se levanta nuestra esperanza, fruto de la fe en el Señor». Por ello, animó a los consagrados a “no ceder a las tentaciones de la cantidad o la eficiencia”, sino a mantenerse firmes en la esperanza que se fundamenta en Dios.
Los consagrados, peregrinos y sembradores de esperanza
Asimismo, señaló que los consagrados han de ser «peregrinos y sembradores de esperanza en misión profética», denunciando las injusticias y acompañando a los más débiles y desfavorecidos.
Otro de los aspectos que resaltó fue la relación fraterna dentro de la vida consagrada, “impulsada por el convencimiento de que salir de sí mismo para unirse a otros hace siempre bien y es siempre un bien”. Y alentó a que los consagrados no se cansen nunca de “sembrar relaciones nuevas” y “esparcir semillas de novedad en las relaciones que precisan del impulso que solo puede dar el amor de Cristo y la reconciliación con el Padre y con los hermanos”.
Para finalizar, Mons. José Luis Retana les animó a ser testigos del Reino de Dios en el mundo, “vuestra consagración sea agua que consuele y luz que ilumine la vida de nuestros hermanos en la vida de la santidad».