Esas palabras llevan la firma del doctor Francisco Vara, director de Cuidados Paliativos del Hospital de los Montalvos, y que esta tarde ha ofrecido una conferencia dentro de las actividades organizadas por la Pastoral de la Salud con motivo del Día del Enfermo que se celebra el próximo domingo.
A pesar de que desde principios del siglo XX la esperanza de vida ha aumentado en 50 años y Salamanca se encuentra entre las tres provincias con más esperanza de vida, recordó, quitando hierro al asunto que «aquí no se queda nadie y debemos estar preparados».
Su percepción es que «se ha deshumanizado la sanidad» y la experiencia le dice que «un pequeño gesto puede obrar milagros, la ciencia sin humanidad no es nada». Lo ejemplificó, perfectamente, con una película en la que se veía cómo los médicos desconocían el nombre de los pacientes por lo que apeló a la «humanidad» pero también a la «humildad».
Identifica como un problema «la falta de comunicación con los pacientes» y aporta datos que resultan de lo más llamativos pues el 25% de los pacientes reciben quimioterapia en su último mes de vida. «Nos está costando en fármacos que no sirven para nada 2.500 millones de euros» por lo que considera que son recursos «mal utilizados».
«Se hacen 20.000 pruebas que no van a hacer que vivan y con la medicina agresiva las muertes son más dolorosas», apostilló.
Aquí es donde deberían estar presentes los cuidados paliativos, desde el mismo origen del diagnóstico para «buscar mejorar la calidad de vida del enfermo y de sus familiares, intentar que no tengan sufrimiento y para eso, tenemos la obligación de saber el pronóstico de vida».
Vara dejó claro que «los cuidados paliativos no aceleran la muerte ni prolongamos la vida pero mejorando la atención hemos descubierto que tienen más calidad y viven más, sin tratamientos activos».
Aseguró que «hay que huir del tópico: ya no hay nada que hacer» y valoró cómo única forma de hacer un buen trabajo la coordinación entre las distintas unidades y el trabajo en equipo.
Dice que «los cuidados paliativos respetan la dignidad de la persona» y que son los propios enfermos «los que toman las decisiones sobre su propia vida pero comprendiendo lo que está pasando. La decisión la tenemos que respetar».
Su trabajo debe ser en equipo, «uno solo no puede, esto quema porque es estar en contacto con mucho sufrimiento y hay que apoyarse en los compañeros».
En el día a día del hospital se encuentran necesidades de todo tipo: espirituales, sociales…El capellán, por ejemplo, participa todos los días en las sesiones clínicas y mediante diversos recursos tratan de solventar los problemas sociales que tanto influyen en algunos enfermos. A todo esto hay que sumar el hecho de que algunas personas además de tener que afrontar la enfermedad deben hacerlo en soledad. Para esta realidad, el Hospital de Salamanca cuenta con un proyecto ‘Soledad al final de la vida’, implantado en cuatro provincias españolas.
Los cuidados paliativos del complejo de Salamanca son referencia y de hecho, forman a otros médicos, enfermeras y trabajadores sociales de la región en esta disciplina.