Apertura del Año Jubilar Teresiano en la Catedral de Ciudad Rodrigo

La S. I. Catedral de Ciudad Rodrigo, ha acogido esta tarde de domingo la apertura oficial del Año Jubilar Teresiano. Se trata de uno de los diez templos de las diócesis de Ciudad Rodrigo y de Salamanca que se han incluido como templos jubilares. La iglesia del Convento de las MM. Carmelitas de Ciudad Rodrigo también forma parte de ese listado y su apertura oficial tuvo lugar el pasado 6 de noviembre.

La celebración ha dado comienzo con una pequeña procesión en la que han participado los sacerdotes y algunos seminaristas y que se ha desarrollado ente la capilla del Seminario y la Catedral. Posteriormente, se ha leído el Evangelio y el decreto de la Penitenciaría Apostólica por el que se concede el Año Jubilar Teresiano a las diócesis de Ciudad Rodrigo y Salamanca.

La celebración ha estado presidida por el Obispo de la Diócesis, Mons. José Luis Retana, quien ha manifestado que se trataba de un día «bello» no solo por la apertura de esa puerta jubilar, sino también porque hoy ha tenido lugar la conmemoración de la dedicación de la Catedral y además se celebra la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

La apertura de esa puerta jubilar «es un gesto cargado de simbolismo», que viene a significar que «al que llama, se le abre».

Se trata de «un año de gracia» en el que se puede «descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que nos acoge».

Don José Luis ha destacado muchos otros aspectos como que «es Él, el que sale a nuestro encuentro», al tiempo que ha recordado que «debemos anteponer la misericordia al juicio, acoger con fe este regalo, ver lo esencial en medio de la prescindible».

Este Año Jubilar, además de un tiempo para rezar, es propicio para «salir al encuentro de los demás con obras de misericordia.

Así, abrir la puerta supone dos cosas: «Que el Señor nos abre las puertas de nuestro corazón, todos somos pecadores, todos tenemos necesidad de sentir la palabra del Señor». manifestó.

Por otra parte, se recuerda que los caminos de las riquezas o el orgullo «no son caminos de salvación».

Otra parte de su homilía la centró en Santa Teresa, para referirse a que «la santidad no es un privilegio reservado para unas pocas personas». Además, «la santidad tiene un camino comunitario con Jesucristo y con la Iglesia».

Concluyó invocando a la Virgen María como madre de misericordia.