Apertura del Jubileo de la Esperanza en Miróbriga: «Nos tiene que interpelar, no puede pasar de puntillas como un evento más»

Cientos de fieles de los arciprestazgos de la Diócesis de Ciudad Rodrigo participaron en esta celebración, que comenzó con el rito inicial en la iglesia de El Sagrario, y después, con una eucaristía en la Catedral de Santa María

Delegación de Medios

La iglesia de El Sagrario acogió este pasado sábado, 11 de enero, la celebración de apertura del Jubileo de la Esperanza en Miróbriga, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana. Este templo fue el elegido para el rito inicial, denominado «collectio» (reunión del Pueblo de Dios), que contó con una amplia presencia de feligreses de sus siete arciprestazgos, que fueron testigos de esta apertura solemne de Jubileo, que se celebra cada 25 años. Todos juntos escucharon y repitieron la alabanza inicial: «Bendito el Señor nuestra esperanza».

En la iglesia de El Sagrario también se leyeron dos números de la bula del papa Francisco para este Año Jubilar, «Spes non confundit», y el obispo recordó que esta celebración, «es el preludio de una rica experiencia de gracia y misericordia”. Después, comenzó la peregrinación hacia la Catedral con la imagen del Cristo de la Expiración, de la Cofradía del Silencio, cantando letanías, y junto al obispo también caminaban los presbíteros de la Iglesia de Ciudad Rodrigo y el Pueblo de Dios.

Eucaristía en la Catedral

Una vez en el interior del templo catedralicio, y tras ubicar la imagen del crucificado en el altar, el obispo realizó un primer gesto de bendición y aspersión con agua de la pila bautismal hacia los feligreses, como acto penitencial. En su homilía, Mons. José Luis Retana hizo referencia a la celebración del Bautismo del Señor, que este domingo, 12 de enero, cerraba el tiempo de Navidad, «haciendo memoria y renovando nuestro propio bautismo, momento en el que Cristo tomó posesión de toda nuestra vida, haciéndonos hermanos suyos».

En relación al Jubileo, insistió en que era un tiempo especial de gracia, «que nos invita a ser peregrinos de esperanza«. Y a su vez, se trata de una herramienta para que «vivamos tiempos fuertes de gracia». En esta ocasión, el papa Francisco ha elegido el tema de la esperanza, «que hemos de descubrir para que pueda ser comunicada a nuestros contemporáneos, que pasa por un testimonio de fe, pero también de caridad». Por eso, remarcó el obispo, el Jubileo es un tiempo de gracia y conversión, «para reconciliarnos con Dios». Asimismo, interpeló, «también es un tiempo para salir al encuentro del hermano, para poner en práctica las obras de misericordia».

Mons. José Luis Retana enumeró las acciones concretas que ha fijado el papa Francisco para ser «verdaderos portadores de esperanza». En concreto, «la paz, impulsada con proyectos concretos; la apertura a la vida, cuidada desde su concepción hasta su último aliento natural; el acompañamiento a los privados de libertad, respetando los derechos humanos y aboliendo la pena de muerte; el cuidado de los enfermos y de los que sufren; la cercanía a los jóvenes; la acogida de los migrantes, exiliados, desplazados y refugiados; la atención a los ancianos; y, de manera apremiante, el amor a los pobres y necesitados. Se trata, en realidad, de recordar que «las obras de misericordia son igualmente obras de esperanza, que despiertan en los corazones sentimientos de gratitud».

El principal reto

Asimismo, recordó que el sueño del Santo Padre es que el próximo Jubileo de 2025, «nos ayude a recuperar la confianza en la Iglesia, en la sociedad, en los vínculos interpersonales y en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de la persona y en el respeto a la creación».

Además, el Jubileo de la Esperanza que iniciamos nos tiene que interpelar, «no puede pasar de puntillas como un evento más», «dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean», y este será, «nuestro principal reto«.