El obispo presidirá este martes la Misa Crismal en la Catedral

La celebración dará comienzo a las 11:00 horas y en ella los presbíteros renovarán las promesas de su ordenación y el obispo bendecirá los Santos Óleos y consagrará el Santo Crisma

DELEGACIÓN DE MEDIOS

La Catedral de Santa María acogerá el próximo 15 de abril, Martes Santo, a las 11:00 horas, la Misa Crismal, una de las celebraciones más significativas de la Semana Santa, que será presidida por el obispo de Ciudad Rodrigo, Mons. José Luis Retana, y concelebrada por todo el presbiterio diocesano, a la que está invitada a participar toda la comunidad diocesana.

Esta eucaristía, propia del Jueves Santo, se celebra en Ciudad Rodrigo el Martes Santo para facilitar la participación de todos los sacerdotes y permitir la distribución de los santos óleos al finalizar la misa, que serán llevados a las parroquias de la diócesis para la administración de los sacramentos durante todo el año.

La Misa Crismal es la celebración en la que se bendicen el Óleo de los catecúmenos y el de los enfermos, y se consagra solemnemente el Santo Crisma. Este último es una mezcla de aceite de oliva y perfumes que representa la gracia del Espíritu Santo, y con él se unge a los recién bautizados, los confirmandos, las manos de los presbíteros en su ordenación, la cabeza de los obispos en su consagración, y también las iglesias, altares y campanas en su dedicación.  Su nombre proviene del latín chrisma, que significa “unción”.

Por su parte, el Óleo de los catecúmenos prepara a quienes van a recibir el Bautismo, y el Óleo de los enfermos se administra en la Unción de enfermos, ofreciendo alivio espiritual y fortaleza a quienes se encuentran en situación de enfermedad o debilidad.

Tras la homilía, en lugar del Credo, el obispo invita a los presbíteros a renovar públicamente las promesas sacerdotales que realizaron el día de su ordenación. Un gesto público en el que los sacerdotes reafirman su vocación y su compromiso con el servicio al Pueblo de Dios.

Después de este rito, tres sacerdotes llevan al altar los óleos en procesión, así como los aromas que se mezclarán con el crisma, el pan, el vino y el agua para la celebración eucarística, que serán presentados por varios fieles.

El óleo de los enfermos se bendice al final de la plegaria eucarística, mientras que el óleo de los catecúmenos se bendice después del rito de la Comunión. A continuación, se consagra también el Santo Crisma:  el obispo introduce los aromas en el ánfora correspondiente y exhala su aliento sobre el aceite como símbolo de la acción del Espíritu Santo.