Eva Mª Rodríguez, alumna de Cáritas: «Que la gente no tenga prejuicios, no pasa nada por pedir ayuda, en todos los sentidos»

El Día de la Iglesia Diocesana, que este año se celebra el domingo, 10 de noviembre, es un buen momento para poner cara a algunas de las personas que han encontrado su espacio y ayuda en la Iglesia.

Este es el caso de Eva María Rodríguez, alumna del primer curso de cocina que se realizó a través de Cáritas Diocesana Ciudad Rodrigo.
“Vi la publicidad y me llamó la atención porque era un época en la que terminaba el trabajo en el colegio y quise estar ocupada durante los meses de verano, además, siempre me ha gustado la cocina”, explica. Reconoce que la formación que recibió “es más de lo que esperaba, superó todas mis expectativas”, y después de esa parte más teórica, llegaron las prácticas en una pastelería de Ciudad Rodrigo donde, finalmente, se quedó a trabajar.

Declara sin ningún tipo de duda que este curso “me ha cambiado la vida porque me ha dado la independencia que necesitaba, tranquilidad, pues a parte de la independencia económica está esa parte de crecimiento personal, el contacto con otro tipo de gente, otras realidades, y tú también intentas ayudar”.

En no pocas ocasiones, cuando pensamos en Cáritas lo hacemos desde un punto de vista que tiene que ver con la pobreza económica, “muchos hemos pensado eso, pero yo no buscaba esa parte, que sin duda está muy bien tener otro trabajo cuando tienes dos hijos estudiando, pero buscaba avanzar, hacer otra cosa en mi vida, estaba estancada y ellos me dieron el empujoncito, para mí no ha sido una cuestión de dinero, sino personal”.
En este sentido añade que “a veces uno se estanca y no se atreve a hacer cosas, a mí la repostería siempre me ha gustado, pero me daba muchísimo miedo, en Cáritas me dieron el empujoncito”.

Además de en la pastelería, Eva trabaja en un colegio pero “necesitaba algo más y no quería trabajar en ayuda a domicilio, que era volver al pasado, así que estoy encantada de la vida”.
Su recomendación es clara: “Que la gente no se lo piense, que no tenga prejuicios, que no tenga miedo, no pasa nada por pedir ayuda, en todos los sentidos y de todo tipo”.

Tras esta experiencia asegura que si Cáritas reclama su ayuda, “me veo de voluntaria y de lo que haga falta, les debo la vida”.
También pone en valor el contacto que ha tenido con gente de otras culturas, “hicimos grupo y nos apoyamos mucho entre todas, hay chicas que a raíz de esto se han apuntado a la autoescuela, que tienen intención de seguir estudiando, que ahora trabajan y quieren avanzar porque las únicas limitaciones son las que nosotros mismos nos ponemos”.
Concluye sus palabras mostrando “el orgullo que siento por haber hecho el curso, me siento muy orgullosa por todo”.

 

En la imagen, Eva María, en su puesto de trabajo en la pastelería en la que trabaja.