«Señor
Toma mi vida nueva
Antes de que la espera
Desgaste años en mí
Estoy
Dispuesto a lo que quieras
No importa lo que sea
Tú llámame a servir
Llévame donde los hombres
Necesiten Tus palabras
Necesiten Tus ganas de vivir
Donde falte la esperanza
Donde falte la alegría
Simplemente
Por no saber de ti«
Esas estrofas de ‘Alma Misionera’ reflejan perfectamente el sentido de la Vigilia de la Luz que se ha celebrado esta tarde en el Seminario San Cayetano, esta canción invita a ponerse al servicio del Señor, allí donde Él lo necesite.
Organizada por la Delegación de Misiones, la Vigilia ha estado presidida por el Obispo Administrador Apostólico, Mons. Jesús García Burillo, que dirigió la oración en la que invitó a los asistentes a plantearse, ¿Dónde quiere el Señor que vaya?
Posteriormente se hizo una dinámica, este año cada uno desde su asiento, en la que los presentes escribieron una cualidad sobre su persona que se colocó en una enorme carta dirigida a Dios.
Mar Manzano, colaboradora de la Delegación de Misiones, explicó que todas esas características eran aplicables a los misioneros, “cada uno tenemos muchas cosas que entregar y compartir con los demás, solo por eso ya somos misioneros”.
El delegado de Misiones, José María Rodríguez-Veleiro, habló del contacto que desde la delegación se mantiene con los misioneros de la Diócesis y cómo le cuentan en los últimos tiempos, que la muerte ya estaba muy presente entre ellos antes de que llegara el coronavirus con enfermedades como la malaria.
Por cuestiones obvias, este año los niños no saldrán con las huchas del Domund pero esta jornada se vivirá el domingo en todas las parroquias bajo el lema, ‘Aquí estoy, envíame’, un día en el que la Iglesia Universal reza, especialmente, por sus misioneros y les ayuda económicamente.
La Diócesis de Ciudad Rodrigo cuenta con 39 misioneros en Asia-Oceanía, África, Europa y América, donde residen 31, sobre todo en Bolivia y Perú.