Recuerda que en sus sueños de juventud se imaginaba en algún país de África, trabajando como enfermera. De momento, ha errado en el destino, pero no en esa vocación misionera que llevó a Mª Belén Castaño Corvo, hace 28 años a México.
Natural de Águeda, apura las horas con su familia en Ciudad Rodrigo para regresar a la ciudad de Puebla donde el Instituto Id de Cristo Redentor, misioneras y misioneros identes, tiene una comunidad de la que es superiora y que, de hecho, fundó con otra compañera cuando llegó a este país.
Si se sigue un orden cronológico en su recorrido vital, Mª Belén explica que «me crie en un ambiente muy religioso, con unos padres profundamente religiosos, una tía monja y estudiando en las Teresianas».
Fue a su llegada a Salamanca para estudiar Magisterio cuando cuando conoció este instituto de vida consagrada de derecho pontificio, fundado por Fernando Rielo Pardal el 29 de junio de 1959 en Tenerife. «Me llamó la atención en aquel momento que eran personas que estaban haciendo un bien en el mundo y que hablaban de la belleza de Dios».
Cada domingo acudía junto a su hermana a unos círculos sobre el Evangelio y en su caso, primero fue el proceso de formación externo, a continuación el de probación externa y finalmente, se fueron sucediendo los pasos de entrar en la vida en común y el sí definitivo.
Explica que el instituto tiene «una espiritualidad muy centrada en en sabernos hijos e hijas de Cristo padre celestial», y aclara que el neologismo idente, hace referencia a «identificarnos con Cristo en el sentido de ser otro Cristo».
Con estos y muchos otros principios evangélicos se fue de misionera a México para fundar la comunidad con otra compañera fallecida hace cinco años, y «cuando llegamos, recibimos la invitación de los Jesuitas, que son los que llevan la Universidad Iberoamericana de Puebla» y desde entonces, allí es profesora en el área de formación humanista.
Buena parte de su día a día transcurre en el centro universitario, pero a ese trabajo profesional se une la tarea apostólica con jóvenes.
«Durante cinco años trabajamos en misiones en los pueblos, pero la inseguridad nos impidió continuar», explica.
Ahora, a través de la asociación juvenil idente trabajan en formación y voluntariado en la Casa de la niñez poblana, un centro de menores que han sufrido algún tipo de maltrato.
De ahí surgió la diplomatura en Educación de Menores Protegidos, avalado por la Ibero de Puebla y dirigida a los voluntarios con los que trabajan, y como ella misma indica, «ha habido experiencias muy padres».
Cuentan con grupos de oración, hacen retiros y destaca el «acompañamiento espiritual en niños, jóvenes y adultos, acompañamos a las personas».
Habla además, de la misión apostólica de su instituto y que así llevan a cabo, y que no es otra que «el diálogo con los intelectuales» para defensa de la verdad revelada.
Asume que la realidad que se encuentran en los jóvenes es «parecida a la de aquí», al tiempo que añade que «la espiritualidad está presente, pero no quieren saber de la Iglesia» por eso, parte de su trabajo es esa evangelización de los jóvenes, «propiciar que los jóvenes se encuentren con Jesucristo».
Manifiesta, en este sentido, que «Dios Padre nos constituye como personas, pero a veces está muy escondido» y aunque es sabedora de que «Cristo lo puede hacer directamente, pero ahí estamos los misioneros».
Parte de sus raíces ya están en México, «en breve habré pasado allí la mitad de mi vida». Sobre el futuro: «creo que continuaré allí hasta que Dios quiera, y mis superiores» pues es «feliz» con su tarea misionera.
En los últimos días, Mª Belén ha sido recibida por nuestro Obispo, Mons. José Luis Retana, ya han tenido oportunidad de mantener una charla sobre su trabajo.