La comunicación desde un punto de vista general, cómo comunica la Iglesia o cómo debería hacerlo, fueron algunos de los temas que se trataron en el coloquio que protagonizó el Arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Francisco José Prieto, en el Salón Obispo Mazarrasa del Palacio Episcopal. Este acto se organizó en el marco del 25º aniversario de la hoja diocesana Iglesia en Ciudad Rodrigo, en el que también se programó un acto con periodistas.
Mons. Prieto habló de transparencia o de la falta de ella, algo de lo que se acusa de manera recurrente a muchas instituciones o entidades, entre ellas la Iglesia. «Transparencia es comunidad la verdad, no se trata de la cantidad de cosas que decimos, sino de verdad».
En varias ocasiones se refirió al ‘sacramento del encuentro’, para hablar así, de la «presencialidad» en la comunicación.
Por otra parte, «la Iglesia lleva en sí misma esa vocación de comunicar», resaltó, «los lenguajes son los propios de cada tiempo, pero sigue teniendo fuerza evocadora porque habla desde la verdad, tiene vocación de permanencia».
Tal y como recordó, cada 25 de enero, la Iglesia celebra el milagro de la conversión de San Pablo, «un comunicador nato», apuntó, «con los recursos de su tiempo y de su momento» por eso hay que tratar de llegar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo «con los oídos puestos en el corazón de la sociedad para saber qué les preocupa».
El prelado también explicó que la misión de la Iglesia es «evangelizar, existe para anunciar la buena noticia, no para hablar de sí misma». Además de misión, comunicar es una oportunidad «bajo la mirada creyente» y desde ese punto de vista «todos los bautizados estamos convocados a la misión de comunicar, todos comunicamos y deberíamos ser conscientes».
Se comunica con «el modo de estar, decir y ser, comunicamos como testigos desde la fe, por eso necesitamos comunicar desde la verdad, con transparencia y sin impostaciones».
Mons. Prieto reconoció que la Iglesia tiene «un desafío» desde el punto de vista de la comunicación, «es importante que comunique para decir lo que hace, desde su rica realidad, y eso deberíamos hacerlo con naturalidad».
También asume que en ocasiones, ha faltado «una comunicación pro activa, salir al frente» aunque no se trata de que se publiquen muchas informaciones sobre la Iglesia sino que se haga de manera «significativa» o lo que es lo mismo, «que la de la Iglesia sea una voz escuchada».
Concluyó haciendo especial hincapié en la escucha, pues de otro modo «podemos estar respondiendo a preguntas que nadie nos hace».