El Obispo, Mons. José Luis Retana, ha presidido este viernes, la Solemnidad de la Inmaculada Concepción en la Catedral de Santa María donde ha recordado que esta fecha «nos es presentada como una dulce invitación a fijar nuestra mirada en María».
Según ha explicado en su homilía, «la concepción inmaculada de María significa que el eterno proyecto de Dios, un proyecto de bondad y de belleza como leemos en el relato de la creación del Génesis, no fue del todo truncado con la aparición del tentador y sus malas artes ante las que Eva sucumbe».
Por otra parte, «María es la mujer del sí a Dios, del consentimiento a su voluntad. María al responder “he aquí la esclava del Señor”, testifica que Dios es digno de confianza».
De igual modo, en estos comienzos de un nuevo Adviento, que nos prepara para acoger al Señor, «María es guía y compañera de nuestra peregrinación esperanzada. El relato de la anunciación (Lc 1,26-38), un verdadero diálogo entre la llamada de Dios y la libertad de María, nos muestra cómo los imposibles pueden hacerse posibles. Lo imposible se hace posible cuando aceptamos el plan singular diseñado por Dios para cada uno de nosotros, renunciando a ser como Dios, la vieja y más grande tentación del hombre».
D. José Luis concluyó recordando que «cada uno de nosotros sabemos cuáles son las frutas prohibidas del árbol de nuestra vida, los sucedáneos e ídolos con los que tantas veces tratamos de sustituir a Dios. Son nuestras ataduras y apegos, nuestros complejos y miedos cobardes, ante los que podemos sucumbir hasta esclavizarnos y perder la libertad. Pero podemos también abrirnos a Dios para decirle como María: “lo que Tú tienes pensado para mí, para mi propia felicidad, deseo con todas mis fuerzas que se cumpla; que se haga en mí según tu Palabra. Importa menos que yo lo entienda íntegramente y al instante. Importa únicamente que yo me deje guiar por Ti, acogiendo tu plan salvador sobre mí».