El Obispo de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, Mons. José Luis Retana, ha presidido este martes, la novena de la Virgen de la Peña de Francia que desde el pasado sábado se celebra en la parroquia de San Andrés. Junto al prelado han concelebrado el párroco, D. Tomás Muñoz, y los sacerdotes D. Víctor Sevillano y D. Juan Carlos Sánchez.
El prelado ha destacado en su homilía el «indudable» poder de atracción de la Virgen de la Peña de Francia. «Cada año la parroquia lo demuestra en los cultos que la dedicáis, y lo que es aún más consolador, la ermita recibe cada día del año la visita de muchos parroquianos, que vais a rezar a La Madre; allí compartís con ella las alegrías y las penas, le expresáis vuestras peticiones, como a tierna confidente».
Ante la imagen de la Virgen, también ha manifestado que «esta hermosa catequesis que nos da esta imagen bendita de la Virgen nos tiene que llevar a vivir con más radicalidad nuestra fe y a que vayamos trabajando por hacer de la comunidad parroquial una escuela de Evangelio».
De igual modo, ha puesto de manifiesto la entrega generosa de muchos de los fieles en la parroquia, siempre con el objetivo de anunciar el Reino. «El primer anuncio tiene que ser la misma vida del enviado. Los discípulos enviados tienen que imitar el estilo de vida de Jesús. La vida de Jesús es un vivir para la misión, en amor y obediencia al Padre, en amor y entrega al bien de sus hermanos».
En este sentido ha subrayado que las parroquias «tienen un papel de primer orden en la evangelización. Sin duda se tendrán que cambiar cosas en su organización y funcionamiento, pero son insustituibles».
De igual modo, la parroquia, a su vez, «es parte de la diócesis y no se comprende adecuadamente sin esta vinculación y pertenencia. No es un feudo o una isla. Y también debemos decir que la diócesis no es el fruto de una Federación de parroquias».
Concluyó sus palabras señalando que «hoy la Virgen os está invitando a que salgáis (“Iglesia en salida”) para comunicar y compartir la Buena Noticia. Estamos llamados para compartir nuestra experiencia comunitaria de lo que hemos visto y oído». (I Jn 1,1-4) El encuentro con Jesús y con su madre nos hace arder el corazón y nos impulsa a buscar a otros y a incorporarlos a nuestra experiencia».